jueves, 8 de mayo de 2014

"DE LA MENTE AL DISCURSO "


 La terapia tradicional se concentra en los estados mentales del individuo. Por lo tanto, la meta del terapeuta, sea psicoanalítico, rogeriano, o constructivista cognoscitivo, es transformar la mente individual. Por el contrario, en los díálogos emergentes sobre la construcción social del conocimiento se ha dado un cambio, donde el significado que "cada uno tiene dentro de su cabeza" se ha convertido en el significado "entre personas". Sluzki (1992) dice: pensemos en la terapia como un proceso de "transformación discursiva". Así, si el significado se genera principalmente dentro del proceso lingüístico, es necesario centrar la atención en estos procesos" (Kogan y Brown, 1998). 

El paso hacia el discurso le ha abierto la puerta a muchas innovaciones terapéuticas. La mayoría de ellas encaja perfectamente con el interés de las ciencias sociales por la narrativa, que consiste esencialmente en construir el self y el mundo a través de historias (Bruner, 1986; Sarbin, 1988; Polkinghorne, 1988). Somos testigos, pues, de un movimiento narrativo posmoderno en terapia, como lo llama McLeod (1997), que terapeutas como White y Epston (1990), O'Hanlon (1993), han desarrollado. Este movimiento que ha ido creciendo de más en más (Parry y Doan, 1994; Zimmerman y Dickerson, 1996; Freedman y Combs, 1996; Larner, 1996; McLeod, 1997; Neimeyer, 1999), privilegia la forma en que el self y el mundo se construyen a través del lenguaje y lo que estas construcciones implican con respecto al bienestar del cliente. El consenso establece que los sucesos vitales no determinan nuestra forma de conocer, sino que más bien son las convenciones lingüísticas las que determinan lo que cuenta en la vida y cómo se le debe evaluar. Esta fuerza lingüística ha disparado el uso terapéutico de la metáfora (Combs y Freedman, 1990; Pare, 1996; Schnitman, 1996; Snyder, 1996; Sims y Whynot, 1997), de la combinación de la narrativa y de la metáfora (Goncalves, 1995), y la ayuda terapéutica que implica el escribir cartas (Penn y Frankfurt, 1994; Bacigalupe, 1996; Lange, 1996).  

Kenneth J. Gergen  Swarthmore College (E.U.A.)     
Lisa Warhus,  University of Aarhus

EL PORTAVOZ - GRUPO OPERATIVO

      En los comienzos de su elaboración Pichón utilizó el concepto de emergente prácticamente como sinónimo del término portavoz; sin embargo más adelante efectuó la distinción entre ambos términos, otorgándole a cada uno de ellos una relevancia propia. El concepto de portavoz pasó a designar entonces al vehículo a través del cual se manifiesta lo emergente: la situación grupal se pone de manifiesto por intermedio de alguien que actúa como portavoz. En relación a éste Pichón sostiene: “Portavoz de un grupo es el miembro que en un momento denuncia el acontecer grupal, las fantasías que lo mueven, las ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo. Pero el portavoz no habla sólo por sí sino por todos, en él se conjugan lo que llamamos verticalidad y horizontalidad , entendiendo por verticalidad lo referido a la historia personal del sujeto, y por horizontalidad el proceso actual que se cumple en el aquí y ahora en la totalidad de los miembros.”Esta concepción del portavoz como vehículo de lo emergente surge del trabajo de Pichón con familias de pacientes psicóticos.

 Pichón observó que el enfermo mental no es un individuo aislado sino el producto de un medio ambiente; más en particular, es el resultado de la interacción de un grupo familiar enfermo. En este sentido Pichon encontró que el portavoz es depositario de cuestiones que se relacionan con su entorno y participa de lo que dio en llamarse el juego de las tres D: depositario, depositado y depositante.

El depositario es precisamente aquél que se hace cargo de la patología del grupo familiar, el portavoz. Lodepositado esta constituido por las ansiedades del resto de los integrantes del grupo, la patología de los demás. Y los depositantes son los otros miembros del grupo familiar.

Trasladando este esquema al grupo operativo, Pichón considera que en el grupo se produce una dinámica en la cual en un momento dado a algún miembro del grupo se lo hace depositario de “algo” relacionado con la situación grupal. Este miembro, convertido en portavoz, es quien denuncia el acontecer grupal a través de lo que dice o lo que hace.La historia personal del portavoz determina que la situación grupal denunciada sea esa situación en particular y no cualquier otra, vale decir, el portavoz es aquel miembro del grupo en cuya historia personal resuena la situación grupal específica denunciada.

Sin embargo, el portavoz no tiene conciencia de su denuncia. Enuncia algo sin tener conciencia de la significación grupal de lo que hace o dice: lo enuncia como algo propio.




"El yo saturado" Kenneth Gergen

     En los últimos 400 años hemos asistido a una creciente secularización y una reconceptualización del individuo a partir del poder de la observación y del razonamiento que derivó en ventajas sociales como la democracia, la educación pública y la asignación de derechos individuales. También al nacimiento de la Ciencia como institución dominante, que desplazó a la Religión en la supremacía del poder.
Aun así, dice Gergen, conceptos tales como la verdad, la objetividad y la observación deben ser evaluados como “peligrosos”.
Conocer la verdad a través de la observación “objetiva”, el énfasis en medir y predecir, con el fin de tener control sobre la naturaleza puede llevarnos a una situación donde se crea un “espacio de verdad” y un exterior donde todo es irrelevante o erróneo.
Gergen afirma que ese paradigma está siendo fuertemente cuestionado en su pretendida neutralidad y objetividad, ya que el observador está previamente informado desde el conjunto de relaciones sociales de la comunidad a la que pertenece. Esa comunidad, a través del lenguaje lo provee de un  universo de ideas y valores que sesgan la observación. No hay neutralidad posible.
Sólo se puede hablar de conocimiento dentro de una comunidad científica dada que tiene estándares de lo relevante/lo irrelevante, lo correcto/lo incorrecto, lo racional/lo irracional, etc.
Gergen aclara que estar vivo hoy en el mundo implica que no nos acercamos a una sola voz sino que nos sumergimos en la dispersión.
Mientras que dualidades como lo verdadero/lo no verdadero, suprimen otras alternativas, en el horizonte actual se abren numerosas posibilidades cuyas hipótesis no pueden descartarse.
Esta expansión apareja cierta humildad, ya que  ha dejado de existir un estatuto fundante exclusivo.
Gergen ha hecho una crítica al positivismo y sus pretensiones de neutralidad, ya que tanto la observación como la objetividad del observador son de imposible neutralidad. Tanto las distintas disciplinas a las que pueda pertenecer, como la pertenencia cultural e histórica colectiva están regidas por relaciones mediadas por el lenguaje.
La idea de verdad “única” resulta cuestionada. 
Por más que la  Ciencia ha desplazado a la Religión del lugar de poder hegemónico, hay relativismo cultural y abandono de los dualismos (malo/bueno, correcto/incorrecto, etc.)
El yo en contacto con pluralidad de voces, en un contexto de profundo relativismo se satura, volviéndose frágil y fluctuante. Ese es el yo saturado que da título a su obra.