PSICOLOGÍA SOCIAL Y VIDA COTIDIANA
Este blog está dedicado a la difusión de conceptos de Psicología Social. La psicología social indaga la compleja relación que existe entre configuración y desarrollo de la subjetividad y el orden social e histórico, así como las mediaciones, procesos e instancias en que dicha relación se concreta. Abordamos al sujeto inmerso en sus relaciones cotidianas
jueves, 11 de enero de 2024
lunes, 29 de abril de 2019
AUTOESTIMA
TALLER DE AUTOESTIMA
Facilitadores:
Clr. Ernesto Moya - Psicólogo Social- Consultor Psicológico
Clr. Reina Godoy - Consultora Psicológica - Docente
Clr. Reina Godoy - Consultora Psicológica - Docente
▪ ¿COMO ME VEO?
▪ ¿QUE VES CUANDO ME VES?
▪ EXPLORAR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
▪ FILTRAR LAS RELACIONES TOXICAS
▪ COMO PERCIBO LA REALIDAD
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▪ EXPLORAR LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS
▪ FILTRAR LAS RELACIONES TOXICAS
▪ COMO PERCIBO LA REALIDAD
En este encuentro intensivo de 3hs (domingo 2/06 de 16:00 a 19:00hs) te llevas las herramientas prácticas y efectivas para comenzar el camino de un cambio positivo en tu vida.
Arancel accesible - Cupos limitados - Lugar:
Caballito
Informes e inscripción : WhatsApp 11 6403 0948 ó
Email: consultoriadesarrollopersonal@gmail.com
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Caballito
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jueves, 18 de abril de 2019
Subjetividades colonizadas
Tiempos
berretas, donde las subjetividades están colonizadas por los medios de comunicación. Una de las
peores cosas que le puede pasar a una
sociedad, es perder la capacidad de pensamiento
crítico (si es que la tuvo alguna vez). Pareciera que estamos atravesando la cultura
del naufragio, donde la hipocresía y la desidia son el condimento de una nueva
versión del individualismo de cada día. El objetivo del poder mediático es
uniformar a la sociedad. Estos medios de comunicación crean y se adueñan del sentido común, moldean el
relato de la realidad y hacen de ella una realidad de todos.
La
utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al
inconsciente para crear o injertar ideas, deseos, miedos, dudas, mandatos o
estimular determinados comportamientos. La intención es hacer un pensamiento
único en la sociedad. Son ellos quienes crean la realidad y nos marcan el
rumbo, un rumbo nefasto, agresivo y peligroso.
Los argentinos nos
diluimos en el dolor de ya no ser lo que
creíamos ser. Hoy somos una sociedad berreta que camina al ritmo de una cumbia
decadente y repetitiva.
La
intención de igualar para abajo parece imponerse en estos tiempos, donde la
violencia es una epidemia que nos afecta en lo más profundo, Las pulsiones
agresivas, propias del ser humano según Freud, tienden a la disolución del
vínculo social. Nos encontramos, entonces, ante una sociedad fragmentada donde
abundan los problemas sociales que aniquila el tejido social. Sin dudas, una
estrategia del poder dominante que divide a toda la sociedad, de este modo se logra el control social horizontal,
aprovechando la crisis sociopolítica, que sofoca al colectivo en general.
En
consecuencia, miles de personas sedientas de consumismo deambulan por las
calles menospreciando todo lo que no se puede comprar con dinero. Sujetos
violentos, con miedos y sin coraje, incapaces de decidir por sí mismos dejan
entrever su apatía y su desgano frente al otro, cuando sin querer se les corren
las máscaras. Estamos en una pendiente donde se muestra al ignorante como algo
cool, el modelo a seguir pareciera ser el sujeto instintivo; ése, el que es
torpe para razonar. Definitivamente,
estamos pasando un mal momento como sociedad y en estos tiempos de cambios, la saturación
social impactó fuertemente en la concepción tradicional de la familia.
De
este modo, al aumentar la colonización de las subjetividades y somos más
dominables quedamos atrapados en un tiempo en que se lucha a codazos, donde todos
están contra todos, tiempos violentos, intolerantes, donde el fraude, la mentira y el engaño determinan nuestros
días. Estamos colaborando en la construcción de un mundo de frustración y de frustrados. Cuando este orden se instala en la subjetividad hay muy poca posibilidad
de articulación con los otros. Llegamos al punto de ver al otro como una
amenaza, extraño, desconocido, distinto y distante.
Como dijo Ana Quiroga, “la precarización de la vida,
la falta de proyecto, de sentido, la falacia de las promesas, desata hoy la
indignación, se registra que es absurdo pensar en salvarse solo, y este
registro favorece la posibilidad de establecer lazos solidarios de reconocer en
el otro un semejante, un prójimo. La forma de establecimiento de esos lazos
cuenta con una nueva herramienta que es la posibilidad de convocarse a través
de las redes sociales, redes que han tenido un rol protagónico en este
llamamiento a la resistencia, a este proceso identificatorio masivo”.
Mientras tanto, somos una sociedad berreta que
camina al ritmo de una cumbia decadente y repetitiva.
Clr Ernesto Moya
Psicologo Social- Consultor Psicológico
lunes, 5 de noviembre de 2018
El Cristo rojo - Vicente Zito Lema
Jacobo Fijman fue un poeta cuya presencia fue significativa para la vanguardia literaria del grupo Martín Fierro, donde se vinculó con Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo entre otros. Y su ausencia también.
Permaneció 30 años recluido forzosamente en distintos hospicios por padecimientos mentales. En 1969 Vicente Zito Lema asume la custodia de Fijman para que este pueda abandonar el Hospital Borda. Casi 50 años después de aquel hecho, Zito Lema lo evoca en el escenario en una ceremonia teatral sobre la poesía y la locura en homenaje al poeta Jacobo Fijman.
La sustancia de esta obra es el proceso de transformación de lo siniestro en maravilloso a partir del encuentro de dos poetas en un hospital psiquiátrico.
Hay una historia real: la búsqueda y el rescate que Vicente Zito Lema hace de Jacobo Fijman, desaparecido por casi 30 años en la oscuridad de un manicomio. Hay un sueño tan profundo como la vida misma: en un mundo de cuerpos en lucha, la poesía puede más que la muerte.
lunes, 24 de septiembre de 2018
Programación social y subjetividad
Ernesto Moya - Psicólogo Social
Ideas creencias hábitos y deseos que
habitan en nuestro cerebro no se originan allí como sostiene un famoso neurólogo
argentino en estos tiempos. Para que algo salga del cerebro primero tuvo que
haber entrado, por lo tanto alguien guía la mente de la forma que más le
conviene a los intereses del poder. Cabe recordar que “El
hombre en tanto configurado y determinado en y por una red relacional, es
“sujeto producido”, emergente de procesos sociales, institucionales, vinculares”.
(Ana Quiroga). Toda
subjetividad da cuenta de la singularidad de un sujeto inserto en un sistema de
relaciones de producción.
Los medios de comunicación moldean el
relato de la realidad y hacen de ella una realidad de todos o casi todos.
Debemos recordar que estamos inmersos en un sistema de producción, por lo tanto
el discurso social siempre va a ser funcional a éste, aunque también presupone
una interpretación por parte del receptor. Los sectores de poder saben mucho de
estas cosas y de cómo llegar a la franja de la población que les interesa.
Todo esto pareciera ser parte de una
tendencia mundial impulsada por gobiernos y grandes capitales.
El objetivo, es volver
al público fácilmente manipulable debilitando su capacidad de análisis y de
sentido crítico. Desean crear una sociedad de sujetos que abandonen los ideales
y aspiraciones que los hacen rebeldes, para conformarse con la satisfacción de
las necesidades promovidas por los intereses de las élites dominantes. La potencia
del poder no nos potencia a nosotros como seres humanos, por lo contrario, nos
lleva a la impotencia al transformarnos en mercancías. Como escribe Marx: “La
desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del
mundo de las cosas.” El capitalismo necesita para su reproducción de una
sociedad que se sostenga en el consumismo donde se cosifica al sujeto y se
fetichizan las mercancías que adquieren características mágicas y maravillosas.
Las contradicciones provocadas por la construcción
de realidades virtuales y la desmentida de la percepción permanente, producen significativos
impactos en lo subjetivo y por lo tanto, en los vínculos. Instalando una enorme
distancia emocional, en que el sujeto y los acontecimientos se tornan
abstractos. La realidad que se va construyendo a través de la información y cuando
parece que ya conocemos lo que está pasando, surge la anti información
provocando un giro de 180 grados que nos genera momentos de confusión y de este
modo muchas veces nos aferramos a esa verdad que se nos ofrece. Estamos rodeados de mentiras, la palabra
miente. Lo único cierto en
este momento es la desorientación general, la inseguridad creciente, la pobreza
amenazando millones de hogares mientras un sector minoritario obtiene
posiciones más ventajosas en el reparto del poder.
Todo tiene que ver con la ingeniería
social. Donde se diseñan técnicas por las cuales se modifican conductas de la
población de manera que se consideren “beneficiosas”. Se aplican mecanismos
para mantener contenta y controlada a la sociedad. Y muchas veces se aprovechan
los miedos para utilizarlos como armas propagandistas y así obtener el apoyo
que necesitan, ya sean partidos políticos, empresas multinacionales, gobiernos
etc.
La fragmentación social que todo esto
provoca es fundamental para la colonización de la subjetividad. Esta
colonización se lleva a cabo a través del despojo del derecho a expresar con
autonomía el pensamiento propio y crítico. Tengamos en cuenta que en el
interjuego sujeto-mundo, lo externo se hace interno, y éste a su vez se
transforma en su opuesto ya que lo interno se externaliza. Pichón Rivière considera al individuo
como una resultante dinámica del interjuego establecido con los objetos
internos y externos, en constante relación de interacción dialéctica que dará
como producto sus diversos comportamientos.
Mientras tanto, la programación social también impone determinados
estereotipos, estilos de vida, los cuales la gente quiera parecerse a ellos,
como símbolos de éxito, de felicidad, y allí comienza el marketing social. Hoy
se promueve la “meritocracia”, un sistema basado en los valores del
individualismo posesivo, en el que la solidaridad y el apoyo mutuo se
consideran como algo a no tener en cuenta. Ponen de moda esos estilos de vida a
través de programas vacíos en la televisión y películas. De ese modo nos venden
la idea de que somos libres porque hacemos aparentemente lo que nos da la gana,
pero nos crean dependencias como parte de esa programación y en realidad la
vida no tiene nada que ver con Sex and The City. El espejismo de querer ser
feliz, de querer ser a toda costa ser feliz todo el tiempo, hace infeliz a
mucha gente que, obviamente no lo consigue.
Es
así como el sometimiento mental conduce a la ausencia de objetivos,
favoreciendo la desidia y dejando al sujeto a expensas de la decisión de otros
debilitando su capacidad de reacción ante la injusticia, la corrupción y el
abuso. De este modo se
deterioran los procesos de simbolización, ya que el sujeto no puede pensar ni
pensarse.
Los colonizadores de la subjetividad
necesitan del pensamiento acrítico, necesitan de la pasividad de la
inteligencia que impide comprender y pensar con rigurosidad. Necesitan de
sujetos adaptados sin cuestionar el orden social, de una adaptación pasiva. Enrique
Pichón-Rivière estableció que el proceso fundamental sobre el que se construye
la salud es la “adaptación activa a la realidad”, para la cual un factor
decisivo es el aprendizaje. La adaptación activa supone inquietudes, preguntas,
movimientos, y se contrapone a la adaptación pasiva, que implica quietud, certezas,
estereotipias. El
aprendizaje y la construcción de la salud, en tanto adaptación activa a la
realidad, se asocian así con los movimientos creativo-críticos que los sujetos
grupales establecen en su interacción transformadora de la realidad.
Ernesto Moya
Psicólogo Social- Counselor
jueves, 13 de septiembre de 2018
INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL EN TIEMPOS DE UN NUEVO CONTRATO SOCIAL
Intervención psicosocial en tiempos de un
nuevo contrato social (1)
Por Carlos Roberto Martínez. Director Confluencia Psicosocial.
El artículo hace foco en las diferentes “marcas” subjetivas del
El avance tecnológico está modificando las interacciones, las formas de trabajar
y la subjetividad social. Esta etapa histórica denominada cuarta revolución industrial o
revolución 4.0 está derribando paradigmas y construyendo otros nuevos. También
pone en riesgo o hace vulnerables empleos de obreros industriales, empleados de
comercio, recepcionistas de hotel, cajeras de supermercado, trabajadores de call
centers, rutinas administrativas, y hasta expertos como los analistas financieros,
abogados y periodistas quienes serán fácilmente prescindibles ante el avance de la
robótica y la inteligencia artificial.
Otro aspecto del cambio está relacionado con lo que en Argentina conocimos
como “movilidad social” o “igualdad de oportunidades”. Las élites modernas hoy se
presentan como individuos talentosos y esforzados que se destacan por sus méritos,
no por su origen de clase. Hay un relato que tiene como objetivo ocultar la desigualdad
y presentarla como una situación democrática, de esfuerzo y oportunidades, con la
consiguiente culpabilización de quienes no lo logran. Ocultando, así, que el camino
del éxito no es público, sino que, como los barrios cerrados, es privado. Ese relato
señala que no alcanza la inteligencia y el talento, se impone “el sacrificio” como forma
de señalar sin decirlo que los que no llegan son “vagos”. Quienes tienen acceso al
camino privado, naturalizan ese relato, que los pobres tienen con otros valores, que
no tiene ambiciones, ni méritos, hasta con una estética diferente; ellos son
merecedores de sus padecimientos. Esto es algo que se agrava cuando las clases
medias, por identificación con ese sector social al que desean pertenecer, sostienen
el mismo discurso. En ese sentido, para el neoliberalismo no alcanza con instalar
bases militares o comprar las empresas de mayor rentabilidad: se considera
estratégico ocupar los territorios subjetivos, las mentes de los sujetos y las
comunidades (2), condición necesaria para naturalizar la desocupación, la pobreza y la
desnutrición que no deja de ser genocidio planificado.
Lo antepuesto sin duda llevará al establecimiento de un nuevo contrato social.
En anteriores etapas de cambios tecnológicos en la lucha por la distribución de la
renta, se estableció lo que se denominó estado de bienestar en los países centrales.
“Algo” de esos beneficios se logró en países como Argentina, resultado de la presencia
y protagonismo del estado, la capacidad, laboriosidad y creatividad del pueblo y la
organización gremial por parte de los asalariados. Sin embargo, en esta etapa de la
revolución 4.0 el reparto de los beneficios no será generalizado ni compartido, y se
agravarán las brechas de desigualdad socio-económica, amenazando el
funcionamiento mismo del sistema capitalista. Paradójicamente es inimaginable para
muchos salir de lo establecido por este sistema económico y lo es aún más de pensar
en otras alternativas, quizás explicable por la admiración que sienten por un
capitalismo que en muchos casos cuestionan.
La concentración de la riqueza avanza de forma geométrica, la robotización
aumentará la productividad y la rentabilidad a costa de reducir los costos laborales.
Esa es la clave de la cuestión: la historia del capitalismo es la historia de la ganancia
a costa del trabajo humano. Ahora transitamos una nueva época donde el trabajo pasa
a ser masivamente prescindible. Producirá una alianza interclasista entre las víctimas
-clases medias(3), (profesionales, comerciantes, empleados de servicios) obreros,
desempleados, cooperativistas- que juntos emergerán como una mayoría social
determinante(4).
Los cambios de paradigmas se reflejan en las formas de “mirar” la realidad.
Hasta fines de los años 90 la sociedad más allá de estar dividida como hoy en clases
sociales, sostenía diferentes concepciones de “lo político” que se expresaban en
adhesión a corrientes de pensamiento socialcristianas, social demócratas, socialistas,
liberales, conservadoras y marxistas, que proponían formas de realización social
colectivas. En la Argentina las corrientes más fuertes estaban ligadas con dos
movimientos nacionales; el radicalismo y el peronismo donde muchas de las otras
expresiones abrevaban en ellas.
En esta etapa histórica gran parte de lo que se denomina política es solo un
apéndice del capitalismo. Es en realidad la antipolítica, en tanto dejó de ser una
alternativa de cambio. La tensión entre los proyectos productivos, agrícolas,
1 Carlos Roberto Martínez. Director Confluencia Psicosocial.
3er. Congreso de Psicología Social en NEA. VISIBILIZANDO-NOS. Agosto 2018
2 Esto se denomina guerra de quinta generación
3 “La clase media oscila indecisa entre el conservadurismo político y un reformismo de base ética. Si alguna vez
aparece radical en política [se refiere a revolucionaria], esta actitud individualista no dura más que los ciclos de
perturbación económica que lo originan.” Hernández Arregui, Juan José. (1963) ¿Qué es el Ser Nacional? Buenos
Aires. Ed. Hachea.
4 Que logrará un cambio si no repite formas de construcción política y se adecua a las nuevas necesidades,
desandar la búsqueda del poder como única razón de un cambio social y comprender que el dispositivo de
construcción de poder pasa por poner énfasis en la relación fraternal, afectiva y la circulación social del deseo.
extractivistas y financieros, fueron desdibujando estas corrientes políticas-éticas para
sustituirse por una nueva religión, el mercado, reemplazando a los ateos por los
populistas, haciendo nuevas cruzadas y prometiendo como paraíso el consumo. Así
se delinea una cultura de la que los sujetos no siempre llegan a tener conciencia en
la que, paradójicamente en muchos casos defienden ideales que no los benefician ni
les son propios.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el ECRO Pichoniano?. Su base conceptual
es el psicoanálisis, la semiótica, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico
y todos aquellos autores que articulan estructura social con fantasía inconsciente. A
partir de ahí, el método dialéctico se preguntará y develará las relaciones de poder y
el impacto en la subjetividad social. No es posible abordar la realidad de los sujetos
sin tomar en cuenta el contexto histórico y las condiciones económicas y políticas en
que están insertos, con la finalidad de desnaturalizar los valores y prácticas que están
al servicio del poder instituido.
Las condiciones de mercado producen, para los que “quedan afuera”,
sufrimiento, incertidumbre, pobreza sistémica, crisis familiares y sociales por pérdida
de identidad y proyecto de vida. Los sujetos buscan evitar individual o grupalmente
verse afectados por las condiciones del contexto en procesos de adaptación pasiva,
que se expresan a partir de actitudes y conductas que establecen y mantienen
tensiones entre lo que denominamos “vínculos de la expoliación” y alternativas más
éticas o cooperantes, los “vínculos de la cooperación”.
La competencia y el mandato de triunfar sobre otros sujetos y grupos producen
una forma determinada de establecer relaciones grupales, individuales y sociales.
Esta lógica de ganadores y perdedores, pone en juego una concepción ideológica:
para lograr el bienestar de un grupo o comunidad, es necesario que otros no puedan
acceder a ella. Esta forma de pensar -y esencialmente de hacer- fragmenta las
identidades y redes sociales, y cuando estos mecanismos se instalan, la inequidad y
la violencia simbólica y concreta rompen toda red de contención. La particularidad de
lo que denominamos vínculos de la expoliación está circunscrita al despojo que se
ejerce por medio de la astucia, la manipulación, el engaño, la mimetización, el ejercicio
de poder y la naturalización.
Como agentes de cambio es determinante la forma de diagnosticar, pronosticar
e intervenir. Sabemos la imposibilidad de deshistorizarnos, eso no significa que no
podamos evitar o contradecir algunos mandatos culturales del neoliberalismo.
El camino es el conocimiento de las ciencias sociales que son complementarias
a nuestra formación, definen un continente desde donde sostener nuestro rol, con la
finalidad de no convertirnos nosotros mismos en mercancía. Se trata de definir qué
posición asume el agente de cambio y cuáles son los acuerdos entre colegas respecto
al momento histórico, la concepción de sujeto y relaciones de producción en especial
la tensión entre el derecho al trabajo y el derecho a la propiedad.
El trabajo es base fundante de la estructura de realidad, sostiene la trama
cotidiana y crea vínculos, en tanto el trabajo siempre es con otro. Crea una historia y
es a través de ella que los sujetos le dan sentido a su existencia. Más allá de que el
trabajo sea un lugar de realización de deseos individuales, esto no debe hacer perder
la perspectiva de que para los sujetos es un proceso esencialmente colectivo, que los
vincula con otros sujetos y con la realidad social
Más arriba me refería al contrato social, el existente parte de la meritocracia y
un aumento significativo de la desigualdad. La propuesta de la meritocracia, y el
emprendedurismo falsamente asociado con la igualdad de oportunidades, es el
concepto central del discurso neoliberal en el que subyace la decisión política de no
generar nuevos puestos de trabajo en el contexto amenazante de la robotización.
En este escenario social surgen nuevas formas de pánico y depresión. El
mandato de ser uno mismo, engañosa libertad de elección, aumenta la sensación de
angustia, ansiedad y culpa, surgiendo nuevas formas de inseguridad e incertidumbre.
La depresión empieza a afirmarse en el momento que las reglas de autoridad y de
prohibiciones que se asignaban a las clases sociales y a los sexos, desaparecen, y se
enfrenta a nuevas normas que incitan a la iniciativa individual. Antes, la prohibición
aliviaba; ahora, cada sujeto pasa a preocuparse de su propio bienestar pero no puede
desafiar o superar los mecanismos del poder. Cuando desaparece la prohibición, el
sujeto queda en soledad.
La depresión se presenta ahora como una enfermedad de la responsabilidad.
Ya no es más de la represión, de lo prohibido. Es el resultado de la exigencia; “yo
tengo que ser responsable”, “yo tengo que rendir, que poder”, predominando el
sentimiento de insuficiencia, surgiendo manifestaciones de pánico, síntoma cada vez
más generalizado, resultado de la incapacidad de vincularse empáticamente con el
entorno social. Por otra parte modelan discursos claudicantes que construyen
subjetividades y sujetos claudicantes.
Pensemos un escenario de intervención: como primer paso es necesario
entender que no podemos generalizar y que debemos partir de la complejidad que
significa tomar en cuenta las brechas generacionales, las perspectivas de clase y
género, y la diversidad cultural ya que el resultado de estas variables produce
diferentes vínculos con la autoridad, el aprendizaje, la tecnología y la diversidad. Si a
esto le agregamos que pueden estar trabajando en una pyme, una multinacional, para
el estado- efectivo o contratado, en una empresa recuperada o cooperativa,
precarizados, salarios en blanco, en negro, con acceso a diferentes niveles de salud,
por cuenta propia y hasta orillando el trabajo esclavo. Este nivel de complejidad nos
lleva a una conclusión: hablar de trabajo y generalizar es por lo menos una
ingenuidad.
Ante lo antepuesto es necesario abordar los procesos diagnósticos a partir de
tres variables interrelacionadas entre sí; cultura, conflicto y cambio.
La cultura(5) se constituye con los modos de pensar, creer y hacer las cosas de
un colectivo, grupo o sector; es un marco referencial compartido, valores aceptados
que indican cuál es el modo esperado de actuar, decidir, pensar y hasta sentir, ante
situaciones concretas. Es un elemento de transmisión y comunicación por sus códigos
y significados comunes, enmascarando de esta forma su carácter de elemento de
dominación y control, a través de normas y reglas no dichas pero conocidas por todos.
Pichon-Riviere afirmó que el diagnóstico es la detección del conflicto. En ese
sentido tal forma de diagnosticar no solo es la correcta, sino la más eficiente en
términos de operatividad. Pero no alcanza afirmar que el conflicto es vincular
refriéndonos a la predisposición negativa a trabajar o compartir proyectos con
determinadas personas.
Es necesario dar cuenta entre conflictos generacionales, de género, intereses;
búsqueda o disputa de autonomía, reconocimientos; simbólicos o materiales,
suplementación; roles, funciones o necesidades que se contraponen. Liderazgos;
ausencia, cuestionamiento o rivalidad entre dos o más líderes, hostigamiento: ejercicio
de violencia psicológica o intimidación en vínculos simétricos o asimétricos.
Planificación: ausencia o insuficiencia o diversidad de objetivos y planes, de
racionalidades; diferencias sobre visiones, prioridades o metodologías, entre otros.
Con relación al cambio, palabra muy mencionada en la psicología social, es
necesario ser más precisos con a qué nos referimos para evitar conductas autoritarias
o colonialistas. Para los sujetos es una situación esperada, inesperada, deseada o
impuesta. Una situación desconcertante, un pasaje de una situación a otra.
También hay otras complejidades de la que debemos dar cuenta. ¿Quién define
el cambio? ¿Qué es lo que cambia? ¿Qué actividades deben ser observadas en ese
cambio? ¿Cómo planificarlo? ¿Cuáles son los roles que se modifican, surgen o
desaparecen? ¿Conocen los involucrados las causas de ese cambio?
Hay una perspectiva organizacional respecto a los cambios, que por lo general
expresa la necesidad de quienes las conducen de modificar procesos o conductas que
no “contribuyen” a las demandas, a partir de la necesidad de dar cuenta de las
exigencias del contexto o adecuaciones, con el propósito de mantener la cohesión
interna y alinear personas e ideas.
La perspectiva psicosocial es otra: transformación de vínculos, roles e
interacciones estereotipadas, construcción grupal de un proyecto a partir de “ver” la
realidad desde la heterogeneidad, incorporando a los otros, la diversidad y los
diferentes sentimientos que atraviesan esas miradas. Se trata de transitar un proceso
de aprendizaje social, aprendizaje de roles, funciones, actitudes y aptitudes, que no
es la aceptación de normas y valores acríticamente, ya que de esa manera no podrían
defenderlo ni tampoco sostenerlo en el tiempo, ya que no les serían propios.
Apuntamos a un aprendizaje que implique capacidad de evaluación y creatividad,
transformando lo real.
Cómo, por qué, para qué
Esta subjetividad de la supervivencia lleva a los sujetos a preguntarse individual
y colectivamente cómo sobrevivir y no quedar excluido. También dar cuenta de nuevos
procesos o trabajos, reproduciéndose en las forma de comunicarse, establecer
vínculos y abordar hasta las relaciones más íntimas. Pareciera que si algo funciona,
sirve. De esta manera, imperceptiblemente, se va constituyendo en un rasgo cultural,
reemplazando el cómo por el porqué.
El cómo define las formas del hacer y limita a los sujetos sólo al presente. El
porqué remite a las causas, los orígenes; contestarse el porqué le da sentido al trabajo
y a las formas de relacionarse con otros. Descartar el porqué es desechar las
respuestas en relación con las finalidades de la existencia del hombre y la sociedad,
lo que impide el sostenimiento de cualquier moral, ética o valores por los que los
sujetos viven. Si el cómo pasa a ser figura, se desplaza el destino individual y grupal
sólo a los resultados de cada coyuntura. Creándose las condiciones para la ausencia
de pensamiento crítico; convirtiéndolo en un instrumento, con el consiguiente impacto
en la creatividad, el aprendizaje de la realidad y la constitución de la identidad.
El camino de la construcción de nuevas subjetividades tiene como finalidad
trabajar en dirección de lo que denominamos vínculos de producción que parte de
diagnosticar las causas específicas en esa estructura de la rivalidad, para operar
sobre el par competencia-cooperación. Abordarlo facilita trabajar condiciones de
reciprocidad y aprendizaje, vinculadas con que el aporte de cada uno es valioso en el
marco de la producción colectiva a construir, que el trabajo deje de ser sólo un medio
de éxito, competencia o exclusión para transformarse en un objetivo reparador para
la realización entre los sujetos pertenecientes a ese grupo o comunidad. Si esto se
logra, se producirá un descubrimiento entre los integrantes de ese grupo, la
singularización, condición esencial para poder trabajar y aprender desde las
diferencias.
Esa singularización facilita que se pongan entre ellos en posición de aprendizaje.
El agente de cambio propiciará que se den las condiciones para producir la demora
necesaria, intervendrá para facilitar la reducción del sufrimiento durante el proceso,
con el propósito de generar condiciones para la producción de aprendizaje colectivo
en el camino de construir la ausencia, lo que necesitan y no les ha sido dado.
No esperar resistencias sería sustentar un pensamiento ingenuo, suponiendo
que los sujetos van a llegar a reconocer y resolver de mutuo acuerdo las
contradicciones que los separan y que tratarán de buscarles una solución que llevaría
a sacrificar espontáneamente determinados intereses o posiciones en aras de un
interés común. Sin duda sería totalmente utópico.
La intervención psicosocial da cuenta del hecho psíquico en el contexto de las
relaciones de producción que regulan ambos sucesos. Lo vertical de los sujetos - su
sufrimiento, contradicciones, miedos, necesidades, y proyectos - con lo horizontal
donde se producen esos hechos a través de los objetivos, la cultura, la historia, los
conflictos, el momento histórico y el atravesamiento del contexto. Donde pasan a ser
figuras: el poder, las racionalidades, los intereses en juego, las formas de tomar
decisiones y definir prioridades, mediatizadas por la cultura de la organización y de
cómo se ponen en juegos las ideas dominantes.
La tarea cotidiana dentro de una organización conlleva un necesario proceso de
disociación, debido al malestar que producen determinadas situaciones que el sujeto
debe aceptar para permanecer en ella. La situación esencial, es el lugar, prioridad o
nivel de importancia que se le da a determinados sucesos, necesidades, conflictos o
decisiones, por los distintos actores, como también el sostenimiento o abandono de
los valores y normas construidas y compartidas, poniéndose en evidencia los
verdaderos valores que están en juego, ocultos si sólo se considera lo que se dice.
La más fuerte está relacionada con la naturalización de las decisiones que
permite justificar hechos, como la discriminación, el dominio, la exclusión, el maltrato,
la inequidad, resultado de los intereses materiales y simbólicos, que se ponen en
juego. Mecanismos generadores de sufrimiento, como resultado del costo de
pertenecer y permanecer que los lleva a sostener y producir condiciones que los
alienan por dificultad de apropiarse y transformar la realidad.
Ese tipo de práctica constituye subjetividades que se expresan en sujetos que
no aceptan los desafíos; no pueden mantener la tensión durante el proceso con el
propósito de llegar al resultado, si no hay seguridad de éxito.
Es paradójico que ante manifestaciones corporales, emocionales o psicológicas
que se manifiestan en los sujetos como resultado de esa permanencia, la propuesta
curativa es la de hacerlo individualmente y fuera de la estructura en donde se
enferman.
El neoliberalismo busca construir un nuevo tipo de sociedad y subjetividad donde
los sujetos son recursos humanos, donde los famosos y las obras artísticas, valen por
lo que facturan, y las noticias, por la cantidad de likes y reproducciones. Esta lógica
cuantitativa desdibuja el interés duradero, el placer, el encuentro.
José Saramago afirmaba que “…los fascistas del futuro no van a tener el gesto
duro militar. Van a ser hombres hablando de lo que la mayoría quiere oír. Sobre
bondad, familia, buenas costumbres, religión, ética. En esa hora va a surgir en nuevo
demonio y tan pocos van a percibir que la historia se está repitiendo”. En esa instancia
no será suficiente el relato del sufrimiento, en especial cuando los sujetos no se
sientan representado por la política ausente de ética, sin duda que de ese
padecimiento se saldrá a partir de una nueva articulación política.
¿Cuál es nuestro rol en esa instancia? El Dr. Enrique Pichon-Rivière afirmaba
que “…así como el psicoanalista debe contribuir a desalienar a un individuo, tarea muy
respetable, pero limitada por su naturaleza y con una imposibilidad insalvable de
responder al alto grado de necesidad vigente, un terapeuta social trata de desalienar
al grupo. La incidencia es mayor y, a la vez, marca el límite de todo terapeuta u
operador. Estos no pueden desalienar una sociedad en su conjunto. Ese profundo
cambio es necesariamente estructural y requiere de una acción totalizadora, política
e ideológica. Esto no invalida que los operadores sociales contribuyan eficazmente al
cambio tratando de incidir muy concretamente en la comunidad a través de los grupos
que desalienan"6.
Para cerrar, una obra que ilustra nuestra tarea. En las ciudades vemos cientos
de paredes, simétricas, perfectas, que expresan la repetición, lo establecido. La obra
“El impacto de un libro” del mexicano Jorge Blake nos muestra lo que se puede lograr
con una idea, una intervención, un señalamiento, un texto que irrumpe en el mundo
de lo instituido. Esa es nuestra incumbencia y ese nuestro alcance. No hay
transformaciones grupales, organizacionales ni sociales sin colectivos que, tolerando
no saber el resultado final, soporten decididos a la ruptura.
6 Zito Lema, Vicente. 1976. Conversaciones con Enrique Pichon-Riviere. Buenos Aires. Timerman Editores
nuevo contrato social (1)
Por Carlos Roberto Martínez. Director Confluencia Psicosocial.
El artículo hace foco en las diferentes “marcas” subjetivas del
nuevo contrato social que se está estableciendo. Con cambios
tecnológicos, nuevas formas de trabajo y tensiones entre la
presencia del estado y el derecho de propiedad, se establecen
nuevos valores, mitos y creencias que, por medio de
naturalización y disciplinamiento, buscan convertir en nueva
cultura dominante.
En ese sentido abordaremos cómo las posiciones de los
agentes de cambio ante estas nuevas realidades influyen en las formas de diagnosticar e intervenir, y por qué y cómo generar las condiciones para que los sujetos colectivamente formulen acciones en el camino de lo que denominamos vínculos de la producción.
Palabras claves: trabajo, subjetividad social, movilidad social, emprendedores,
meritocracia, territorios subjetivos, vínculos de la expoliación, enfermedad de la
responsabilidad, subjetividad de la supervivencia, producción de aprendizaje
colectivo, vínculos de la cooperación.
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y la subjetividad social. Esta etapa histórica denominada cuarta revolución industrial o
revolución 4.0 está derribando paradigmas y construyendo otros nuevos. También
pone en riesgo o hace vulnerables empleos de obreros industriales, empleados de
comercio, recepcionistas de hotel, cajeras de supermercado, trabajadores de call
centers, rutinas administrativas, y hasta expertos como los analistas financieros,
abogados y periodistas quienes serán fácilmente prescindibles ante el avance de la
robótica y la inteligencia artificial.
Otro aspecto del cambio está relacionado con lo que en Argentina conocimos
como “movilidad social” o “igualdad de oportunidades”. Las élites modernas hoy se
presentan como individuos talentosos y esforzados que se destacan por sus méritos,
no por su origen de clase. Hay un relato que tiene como objetivo ocultar la desigualdad
y presentarla como una situación democrática, de esfuerzo y oportunidades, con la
consiguiente culpabilización de quienes no lo logran. Ocultando, así, que el camino
del éxito no es público, sino que, como los barrios cerrados, es privado. Ese relato
señala que no alcanza la inteligencia y el talento, se impone “el sacrificio” como forma
de señalar sin decirlo que los que no llegan son “vagos”. Quienes tienen acceso al
camino privado, naturalizan ese relato, que los pobres tienen con otros valores, que
no tiene ambiciones, ni méritos, hasta con una estética diferente; ellos son
merecedores de sus padecimientos. Esto es algo que se agrava cuando las clases
medias, por identificación con ese sector social al que desean pertenecer, sostienen
el mismo discurso. En ese sentido, para el neoliberalismo no alcanza con instalar
bases militares o comprar las empresas de mayor rentabilidad: se considera
estratégico ocupar los territorios subjetivos, las mentes de los sujetos y las
comunidades (2), condición necesaria para naturalizar la desocupación, la pobreza y la
desnutrición que no deja de ser genocidio planificado.
Lo antepuesto sin duda llevará al establecimiento de un nuevo contrato social.
En anteriores etapas de cambios tecnológicos en la lucha por la distribución de la
renta, se estableció lo que se denominó estado de bienestar en los países centrales.
“Algo” de esos beneficios se logró en países como Argentina, resultado de la presencia
y protagonismo del estado, la capacidad, laboriosidad y creatividad del pueblo y la
organización gremial por parte de los asalariados. Sin embargo, en esta etapa de la
revolución 4.0 el reparto de los beneficios no será generalizado ni compartido, y se
agravarán las brechas de desigualdad socio-económica, amenazando el
funcionamiento mismo del sistema capitalista. Paradójicamente es inimaginable para
muchos salir de lo establecido por este sistema económico y lo es aún más de pensar
en otras alternativas, quizás explicable por la admiración que sienten por un
capitalismo que en muchos casos cuestionan.
La concentración de la riqueza avanza de forma geométrica, la robotización
aumentará la productividad y la rentabilidad a costa de reducir los costos laborales.
Esa es la clave de la cuestión: la historia del capitalismo es la historia de la ganancia
a costa del trabajo humano. Ahora transitamos una nueva época donde el trabajo pasa
a ser masivamente prescindible. Producirá una alianza interclasista entre las víctimas
-clases medias(3), (profesionales, comerciantes, empleados de servicios) obreros,
desempleados, cooperativistas- que juntos emergerán como una mayoría social
determinante(4).
Los cambios de paradigmas se reflejan en las formas de “mirar” la realidad.
Hasta fines de los años 90 la sociedad más allá de estar dividida como hoy en clases
sociales, sostenía diferentes concepciones de “lo político” que se expresaban en
adhesión a corrientes de pensamiento socialcristianas, social demócratas, socialistas,
liberales, conservadoras y marxistas, que proponían formas de realización social
colectivas. En la Argentina las corrientes más fuertes estaban ligadas con dos
movimientos nacionales; el radicalismo y el peronismo donde muchas de las otras
expresiones abrevaban en ellas.
En esta etapa histórica gran parte de lo que se denomina política es solo un
apéndice del capitalismo. Es en realidad la antipolítica, en tanto dejó de ser una
alternativa de cambio. La tensión entre los proyectos productivos, agrícolas,
1 Carlos Roberto Martínez. Director Confluencia Psicosocial.
3er. Congreso de Psicología Social en NEA. VISIBILIZANDO-NOS. Agosto 2018
2 Esto se denomina guerra de quinta generación
3 “La clase media oscila indecisa entre el conservadurismo político y un reformismo de base ética. Si alguna vez
aparece radical en política [se refiere a revolucionaria], esta actitud individualista no dura más que los ciclos de
perturbación económica que lo originan.” Hernández Arregui, Juan José. (1963) ¿Qué es el Ser Nacional? Buenos
Aires. Ed. Hachea.
4 Que logrará un cambio si no repite formas de construcción política y se adecua a las nuevas necesidades,
desandar la búsqueda del poder como única razón de un cambio social y comprender que el dispositivo de
construcción de poder pasa por poner énfasis en la relación fraternal, afectiva y la circulación social del deseo.
extractivistas y financieros, fueron desdibujando estas corrientes políticas-éticas para
sustituirse por una nueva religión, el mercado, reemplazando a los ateos por los
populistas, haciendo nuevas cruzadas y prometiendo como paraíso el consumo. Así
se delinea una cultura de la que los sujetos no siempre llegan a tener conciencia en
la que, paradójicamente en muchos casos defienden ideales que no los benefician ni
les son propios.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el ECRO Pichoniano?. Su base conceptual
es el psicoanálisis, la semiótica, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico
y todos aquellos autores que articulan estructura social con fantasía inconsciente. A
partir de ahí, el método dialéctico se preguntará y develará las relaciones de poder y
el impacto en la subjetividad social. No es posible abordar la realidad de los sujetos
sin tomar en cuenta el contexto histórico y las condiciones económicas y políticas en
que están insertos, con la finalidad de desnaturalizar los valores y prácticas que están
al servicio del poder instituido.
Las condiciones de mercado producen, para los que “quedan afuera”,
sufrimiento, incertidumbre, pobreza sistémica, crisis familiares y sociales por pérdida
de identidad y proyecto de vida. Los sujetos buscan evitar individual o grupalmente
verse afectados por las condiciones del contexto en procesos de adaptación pasiva,
que se expresan a partir de actitudes y conductas que establecen y mantienen
tensiones entre lo que denominamos “vínculos de la expoliación” y alternativas más
éticas o cooperantes, los “vínculos de la cooperación”.
La competencia y el mandato de triunfar sobre otros sujetos y grupos producen
una forma determinada de establecer relaciones grupales, individuales y sociales.
Esta lógica de ganadores y perdedores, pone en juego una concepción ideológica:
para lograr el bienestar de un grupo o comunidad, es necesario que otros no puedan
acceder a ella. Esta forma de pensar -y esencialmente de hacer- fragmenta las
identidades y redes sociales, y cuando estos mecanismos se instalan, la inequidad y
la violencia simbólica y concreta rompen toda red de contención. La particularidad de
lo que denominamos vínculos de la expoliación está circunscrita al despojo que se
ejerce por medio de la astucia, la manipulación, el engaño, la mimetización, el ejercicio
de poder y la naturalización.
Como agentes de cambio es determinante la forma de diagnosticar, pronosticar
e intervenir. Sabemos la imposibilidad de deshistorizarnos, eso no significa que no
podamos evitar o contradecir algunos mandatos culturales del neoliberalismo.
El camino es el conocimiento de las ciencias sociales que son complementarias
a nuestra formación, definen un continente desde donde sostener nuestro rol, con la
finalidad de no convertirnos nosotros mismos en mercancía. Se trata de definir qué
posición asume el agente de cambio y cuáles son los acuerdos entre colegas respecto
al momento histórico, la concepción de sujeto y relaciones de producción en especial
la tensión entre el derecho al trabajo y el derecho a la propiedad.
El trabajo es base fundante de la estructura de realidad, sostiene la trama
cotidiana y crea vínculos, en tanto el trabajo siempre es con otro. Crea una historia y
es a través de ella que los sujetos le dan sentido a su existencia. Más allá de que el
trabajo sea un lugar de realización de deseos individuales, esto no debe hacer perder
la perspectiva de que para los sujetos es un proceso esencialmente colectivo, que los
vincula con otros sujetos y con la realidad social
Más arriba me refería al contrato social, el existente parte de la meritocracia y
un aumento significativo de la desigualdad. La propuesta de la meritocracia, y el
emprendedurismo falsamente asociado con la igualdad de oportunidades, es el
concepto central del discurso neoliberal en el que subyace la decisión política de no
generar nuevos puestos de trabajo en el contexto amenazante de la robotización.
En este escenario social surgen nuevas formas de pánico y depresión. El
mandato de ser uno mismo, engañosa libertad de elección, aumenta la sensación de
angustia, ansiedad y culpa, surgiendo nuevas formas de inseguridad e incertidumbre.
La depresión empieza a afirmarse en el momento que las reglas de autoridad y de
prohibiciones que se asignaban a las clases sociales y a los sexos, desaparecen, y se
enfrenta a nuevas normas que incitan a la iniciativa individual. Antes, la prohibición
aliviaba; ahora, cada sujeto pasa a preocuparse de su propio bienestar pero no puede
desafiar o superar los mecanismos del poder. Cuando desaparece la prohibición, el
sujeto queda en soledad.
La depresión se presenta ahora como una enfermedad de la responsabilidad.
Ya no es más de la represión, de lo prohibido. Es el resultado de la exigencia; “yo
tengo que ser responsable”, “yo tengo que rendir, que poder”, predominando el
sentimiento de insuficiencia, surgiendo manifestaciones de pánico, síntoma cada vez
más generalizado, resultado de la incapacidad de vincularse empáticamente con el
entorno social. Por otra parte modelan discursos claudicantes que construyen
subjetividades y sujetos claudicantes.
Pensemos un escenario de intervención: como primer paso es necesario
entender que no podemos generalizar y que debemos partir de la complejidad que
significa tomar en cuenta las brechas generacionales, las perspectivas de clase y
género, y la diversidad cultural ya que el resultado de estas variables produce
diferentes vínculos con la autoridad, el aprendizaje, la tecnología y la diversidad. Si a
esto le agregamos que pueden estar trabajando en una pyme, una multinacional, para
el estado- efectivo o contratado, en una empresa recuperada o cooperativa,
precarizados, salarios en blanco, en negro, con acceso a diferentes niveles de salud,
por cuenta propia y hasta orillando el trabajo esclavo. Este nivel de complejidad nos
lleva a una conclusión: hablar de trabajo y generalizar es por lo menos una
ingenuidad.
Ante lo antepuesto es necesario abordar los procesos diagnósticos a partir de
tres variables interrelacionadas entre sí; cultura, conflicto y cambio.
La cultura(5) se constituye con los modos de pensar, creer y hacer las cosas de
un colectivo, grupo o sector; es un marco referencial compartido, valores aceptados
que indican cuál es el modo esperado de actuar, decidir, pensar y hasta sentir, ante
situaciones concretas. Es un elemento de transmisión y comunicación por sus códigos
y significados comunes, enmascarando de esta forma su carácter de elemento de
dominación y control, a través de normas y reglas no dichas pero conocidas por todos.
Pichon-Riviere afirmó que el diagnóstico es la detección del conflicto. En ese
sentido tal forma de diagnosticar no solo es la correcta, sino la más eficiente en
términos de operatividad. Pero no alcanza afirmar que el conflicto es vincular
refriéndonos a la predisposición negativa a trabajar o compartir proyectos con
determinadas personas.
Es necesario dar cuenta entre conflictos generacionales, de género, intereses;
búsqueda o disputa de autonomía, reconocimientos; simbólicos o materiales,
suplementación; roles, funciones o necesidades que se contraponen. Liderazgos;
ausencia, cuestionamiento o rivalidad entre dos o más líderes, hostigamiento: ejercicio
de violencia psicológica o intimidación en vínculos simétricos o asimétricos.
Planificación: ausencia o insuficiencia o diversidad de objetivos y planes, de
racionalidades; diferencias sobre visiones, prioridades o metodologías, entre otros.
Con relación al cambio, palabra muy mencionada en la psicología social, es
necesario ser más precisos con a qué nos referimos para evitar conductas autoritarias
o colonialistas. Para los sujetos es una situación esperada, inesperada, deseada o
impuesta. Una situación desconcertante, un pasaje de una situación a otra.
También hay otras complejidades de la que debemos dar cuenta. ¿Quién define
el cambio? ¿Qué es lo que cambia? ¿Qué actividades deben ser observadas en ese
cambio? ¿Cómo planificarlo? ¿Cuáles son los roles que se modifican, surgen o
desaparecen? ¿Conocen los involucrados las causas de ese cambio?
Hay una perspectiva organizacional respecto a los cambios, que por lo general
expresa la necesidad de quienes las conducen de modificar procesos o conductas que
no “contribuyen” a las demandas, a partir de la necesidad de dar cuenta de las
exigencias del contexto o adecuaciones, con el propósito de mantener la cohesión
interna y alinear personas e ideas.
La perspectiva psicosocial es otra: transformación de vínculos, roles e
interacciones estereotipadas, construcción grupal de un proyecto a partir de “ver” la
realidad desde la heterogeneidad, incorporando a los otros, la diversidad y los
diferentes sentimientos que atraviesan esas miradas. Se trata de transitar un proceso
de aprendizaje social, aprendizaje de roles, funciones, actitudes y aptitudes, que no
es la aceptación de normas y valores acríticamente, ya que de esa manera no podrían
defenderlo ni tampoco sostenerlo en el tiempo, ya que no les serían propios.
Apuntamos a un aprendizaje que implique capacidad de evaluación y creatividad,
transformando lo real.
Cómo, por qué, para qué
Esta subjetividad de la supervivencia lleva a los sujetos a preguntarse individual
y colectivamente cómo sobrevivir y no quedar excluido. También dar cuenta de nuevos
procesos o trabajos, reproduciéndose en las forma de comunicarse, establecer
vínculos y abordar hasta las relaciones más íntimas. Pareciera que si algo funciona,
sirve. De esta manera, imperceptiblemente, se va constituyendo en un rasgo cultural,
reemplazando el cómo por el porqué.
El cómo define las formas del hacer y limita a los sujetos sólo al presente. El
porqué remite a las causas, los orígenes; contestarse el porqué le da sentido al trabajo
y a las formas de relacionarse con otros. Descartar el porqué es desechar las
respuestas en relación con las finalidades de la existencia del hombre y la sociedad,
lo que impide el sostenimiento de cualquier moral, ética o valores por los que los
sujetos viven. Si el cómo pasa a ser figura, se desplaza el destino individual y grupal
sólo a los resultados de cada coyuntura. Creándose las condiciones para la ausencia
de pensamiento crítico; convirtiéndolo en un instrumento, con el consiguiente impacto
en la creatividad, el aprendizaje de la realidad y la constitución de la identidad.
El camino de la construcción de nuevas subjetividades tiene como finalidad
trabajar en dirección de lo que denominamos vínculos de producción que parte de
diagnosticar las causas específicas en esa estructura de la rivalidad, para operar
sobre el par competencia-cooperación. Abordarlo facilita trabajar condiciones de
reciprocidad y aprendizaje, vinculadas con que el aporte de cada uno es valioso en el
marco de la producción colectiva a construir, que el trabajo deje de ser sólo un medio
de éxito, competencia o exclusión para transformarse en un objetivo reparador para
la realización entre los sujetos pertenecientes a ese grupo o comunidad. Si esto se
logra, se producirá un descubrimiento entre los integrantes de ese grupo, la
singularización, condición esencial para poder trabajar y aprender desde las
diferencias.
Esa singularización facilita que se pongan entre ellos en posición de aprendizaje.
El agente de cambio propiciará que se den las condiciones para producir la demora
necesaria, intervendrá para facilitar la reducción del sufrimiento durante el proceso,
con el propósito de generar condiciones para la producción de aprendizaje colectivo
en el camino de construir la ausencia, lo que necesitan y no les ha sido dado.
No esperar resistencias sería sustentar un pensamiento ingenuo, suponiendo
que los sujetos van a llegar a reconocer y resolver de mutuo acuerdo las
contradicciones que los separan y que tratarán de buscarles una solución que llevaría
a sacrificar espontáneamente determinados intereses o posiciones en aras de un
interés común. Sin duda sería totalmente utópico.
La intervención psicosocial da cuenta del hecho psíquico en el contexto de las
relaciones de producción que regulan ambos sucesos. Lo vertical de los sujetos - su
sufrimiento, contradicciones, miedos, necesidades, y proyectos - con lo horizontal
donde se producen esos hechos a través de los objetivos, la cultura, la historia, los
conflictos, el momento histórico y el atravesamiento del contexto. Donde pasan a ser
figuras: el poder, las racionalidades, los intereses en juego, las formas de tomar
decisiones y definir prioridades, mediatizadas por la cultura de la organización y de
cómo se ponen en juegos las ideas dominantes.
La tarea cotidiana dentro de una organización conlleva un necesario proceso de
disociación, debido al malestar que producen determinadas situaciones que el sujeto
debe aceptar para permanecer en ella. La situación esencial, es el lugar, prioridad o
nivel de importancia que se le da a determinados sucesos, necesidades, conflictos o
decisiones, por los distintos actores, como también el sostenimiento o abandono de
los valores y normas construidas y compartidas, poniéndose en evidencia los
verdaderos valores que están en juego, ocultos si sólo se considera lo que se dice.
La más fuerte está relacionada con la naturalización de las decisiones que
permite justificar hechos, como la discriminación, el dominio, la exclusión, el maltrato,
la inequidad, resultado de los intereses materiales y simbólicos, que se ponen en
juego. Mecanismos generadores de sufrimiento, como resultado del costo de
pertenecer y permanecer que los lleva a sostener y producir condiciones que los
alienan por dificultad de apropiarse y transformar la realidad.
Ese tipo de práctica constituye subjetividades que se expresan en sujetos que
no aceptan los desafíos; no pueden mantener la tensión durante el proceso con el
propósito de llegar al resultado, si no hay seguridad de éxito.
Es paradójico que ante manifestaciones corporales, emocionales o psicológicas
que se manifiestan en los sujetos como resultado de esa permanencia, la propuesta
curativa es la de hacerlo individualmente y fuera de la estructura en donde se
enferman.
El neoliberalismo busca construir un nuevo tipo de sociedad y subjetividad donde
los sujetos son recursos humanos, donde los famosos y las obras artísticas, valen por
lo que facturan, y las noticias, por la cantidad de likes y reproducciones. Esta lógica
cuantitativa desdibuja el interés duradero, el placer, el encuentro.
José Saramago afirmaba que “…los fascistas del futuro no van a tener el gesto
duro militar. Van a ser hombres hablando de lo que la mayoría quiere oír. Sobre
bondad, familia, buenas costumbres, religión, ética. En esa hora va a surgir en nuevo
demonio y tan pocos van a percibir que la historia se está repitiendo”. En esa instancia
no será suficiente el relato del sufrimiento, en especial cuando los sujetos no se
sientan representado por la política ausente de ética, sin duda que de ese
padecimiento se saldrá a partir de una nueva articulación política.
¿Cuál es nuestro rol en esa instancia? El Dr. Enrique Pichon-Rivière afirmaba
que “…así como el psicoanalista debe contribuir a desalienar a un individuo, tarea muy
respetable, pero limitada por su naturaleza y con una imposibilidad insalvable de
responder al alto grado de necesidad vigente, un terapeuta social trata de desalienar
al grupo. La incidencia es mayor y, a la vez, marca el límite de todo terapeuta u
operador. Estos no pueden desalienar una sociedad en su conjunto. Ese profundo
cambio es necesariamente estructural y requiere de una acción totalizadora, política
e ideológica. Esto no invalida que los operadores sociales contribuyan eficazmente al
cambio tratando de incidir muy concretamente en la comunidad a través de los grupos
que desalienan"6.
Para cerrar, una obra que ilustra nuestra tarea. En las ciudades vemos cientos
de paredes, simétricas, perfectas, que expresan la repetición, lo establecido. La obra
“El impacto de un libro” del mexicano Jorge Blake nos muestra lo que se puede lograr
con una idea, una intervención, un señalamiento, un texto que irrumpe en el mundo
de lo instituido. Esa es nuestra incumbencia y ese nuestro alcance. No hay
transformaciones grupales, organizacionales ni sociales sin colectivos que, tolerando
no saber el resultado final, soporten decididos a la ruptura.
6 Zito Lema, Vicente. 1976. Conversaciones con Enrique Pichon-Riviere. Buenos Aires. Timerman Editores
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