jueves, 24 de mayo de 2012

SIGNIFICADO DEL “CHIVO EMISARIO”




 El término chivo emisario tuvo origen en el famoso ritual de los hebreos, descrito en el Libro del Levítico (16: 20-22). En el Día del Perdón se elegía al azar un macho cabrío vivo. El Sumo Sacerdote, vestido con una túnica de hilo, apoyaba sus manos sobre la cabeza del cabrón y confesaba sobre él las iniquidades de los hijos de Israel. Los pecados del pueblo eran así transferidos simbólicamente a la bestia, que luego era conducida al desierto, dejándosela ir. La gente se sentía purgada y, por el momento, libre de culpas. 
      También los antropólogos han descrito otras costumbres supersticiosas que tenían el mismo propósito. La esencia de todos estos procedimientos era transferir la culpa por medio de un rito mágico. Estos actos siempre han estado asociados con actitudes agresivas y sumamente punitivas. En algunas ceremonias con chivos expiatorios que terminaban con la muerte sacrificial de la víctima escogida, esta agresividad se manifestaba claramente. 
      Es posible que la notoriedad de estas ceremonias homicidas tiendan a distorsionar el sentido del término chivo emisario. Desde los tiempos más antiguos, perdura la noción de que la culpa y la desventura pueden ser desplazadas de las espaldeas de un hombre a las de otro. El pensamiento animista confunde lo que es mental con lo que es físico. Si un hato de leña puede ser transferido, ¿porque no el peso de una pena o de una culpa? 
     El término se aplica hoy en día de una manera no demasiado literal, para denotar simplemente el supliciado de sentimientos agresivos, para descargar en él lo que no puede hacerse abiertamente contra el verdadero blanco de estos sentimientos. Un chivo emisario en este sentido trunco, es el receptáculo de la agresión desplazada. Es más cercano definir al chivo emisario como la persona a quien se hace sufrir la carga de la culpa desplazada.

      Actualmente tendemos a rotular este proceso mental con el nombre de proyección. Vemos en otras personas el miedo, la ira, la codicia que residen primariamente en nosotros mismos. No somos nosotros los responsables de nuestras desventuras, sino otras personas. En nuestro lenguaje cotidiano reconocemos este defecto con las frases “El que recibe los bifes”, “echarle la culpa al vecino” o “chivo emisario”. Lo más semejante a un “chivo emisario para todo servicio” son los grupos religiosos, étnicos o raciales. Al tener permanencia y estabilidad, puede otorgárseles un status definido y puede colgárseles un estereotipo como grupo. Un negro determinado puede tener más antepasados blancos que de color, pero lo que necesita es una raza “con supuestos sociales”, y es por ello que se lo incluye arbitrariamente. A veces el proceso es inverso. Un alcalde de Viena, durante los días del régimen nazi, quería acordarle un privilegio a un judío prominente. A la objeción de que su beneficiario procedía de una familia judía, contestó diciendo: “Me corresponde a mí decidir si es o no judío”. El hecho de que los nazis convirtieran a ciertos judíos privilegiados en “arios honorarios” muestra la importancia que tiene que mantener intacta la minoría perseguida. Mientras esto puede hacerse, es posible pensar que el mal procede de un grupo integrado y personalizado con valores ajenos, y que posee un carácter permanentemente amenazante, que se continúa de generación en generación. Es por esta razón que odio racial, religioso y étnico está más extendido que el prejuicio contra grupos ocupacionales, de edad o de sexo. Se necesitan categorías definidas y permanentes para consolidar un odio definido y permanente. La persecución de chivos emisarios no sólo libera a la persona predispuesta de una sensación opresiva de disgusto consigo mismo, sino que también le proporciona gratificación narcisística y oportunidades de descarga adecuada de agresividad y el saboreo de la fruta prohibida.

      El Dr. Enrique Pichón Rivière sostiene que la idea de chivo emisario es aplicable a cualquier situación grupal. lo describe particularmente en relación al grupo familiar y a las ansiedades como aspectos negativos o atemorizantes asumidos, indicando que cuando en una familia un sujeto "se ha hecho cargo de las ansiedades del grupo, se configura la situación de 'chivo emisario'. El sujeto se defiende entonces de la ansiedad apelando a los mecanismos o técnicas del yo. Si este recurso adaptativo falla, hace su eclosión la enfermedad, con la consiguiente segregación del paciente, abandono del rol, dificultad en la reintegración del miembro enfermo, etc." "Un enfoque inmediato y pluridimensional de la situación de enfermedad, facilitará una redistribución de ansiedades, liberando al paciente de la 'ansiedad global' que había asumido, en un intento de 'preservación' del grupo".

      Es un rol adjudicado y asumido por un miembro del grupo por el cual éste "se hace depositario de los aspectos negativos o atemorizantes del mismo o de la tarea", en un acuerdo tácito donde se comprometen tanto él como los otros miembros, llamados expiadores, que lo segregarán. Chivo emisario, portavoz y líder.- No deben confundirse los roles de chivo emisario y portavoz, por cuanto a veces suelen ser asumidos simultáneamente por una misma persona, como por ejemplo por el miembro considerado enfermo dentro del grupo familiar. Una cosa es expresar lo que pasa en el grupo (portavoz), y otra es hacerse cargo de los aspectos negativos de éste (chivo emisario). En relación con el liderazgo, cabe consignar que ambos roles, el de chivo emisario y el de líder "están íntimamente ligados, ya que el rol de chivo surge como preservación del liderazgo a través de un proceso de disociación o splitting necesario al grupo en su tarea de discriminación". En efecto, la existencia de un chivo emisario procura al grupo la posibilidad de disociar los aspectos buenos del grupo de sus aspectos malos, proyectándolos en dos roles distintos: el de chivo emisario y el de líder, respectivamente. 

 Ernesto Moya –Psicólogo Social-

Bibliografía: La naturaleza del prejuicio –Gordon W. Allport- 
El proceso Grupal- Enrique Pichón Rivière
The Scapegoat Motif in Society and its Manifestations in a Therapeutic Group, International Journal of Psychoanalysis, V. XXXIV, 1953. Bethlem Royal Hospital y Maudsley Hospital, Londres.