El desafío de Planificar la
esperanza
Por Vicente Zito Lema, mayo
2016.-
La alegría de la vida impulsa nuestra
conciencia ante la angustia de la finitud, frente al desencanto de las
ilusiones, y desafía la potencia de ser plenamente los sujetos de cada destino,
atados y desatados por el destino social.
Aún en tiempos de incertidumbre y
desesperanza -como bien señalara Enrique Pichón Riviére, maestro del
pensamiento latinoamericano- se torna imprescindible, con toda la fuerza y
urgencia de dar respuesta a las necesidades de la verdad, gestar proyectos
colectivos donde planificar la esperanza junto a otros.
De eso se trata, hoy y aquí, cuando sentimos que la historia se detiene,
cuando el camino por donde avanzábamos en busca de concretar el sueño de un
real humanismo, aun con equivocaciones, debilidades, errores de toda naturaleza,
pero avanzando en el balance de la historia, queda más que amenazado,
literalmente destruido.
Cuesta aceptar que de pronto nos
encontremos en un momento de la vida social tan cruel, que parecía para siempre
superado. Ante nuestros ojos aparecen los fantasmas de la melancolía, y en
especial los monstruos del rencor, todas
formas que asumen las pasiones tristes que envenenan la vida de los seres
humanos y de las sociedades que paso a paso construyen.
Aun asi, insistimos, por encima
de todas las dificultades, superando los actos maliciosos de quienes desde el
poder dañan a las mayorías, especialmente a los más expuestos ante la
necesidad, es preciso mantener la esperanza, apostar a la dimensión dialéctica
de la esperanza, a su construcción grupal, comunitaria, histórica.
Habrá que pensar y actuar. Pensar
en la dimensión de los efectos que sufrimos, pero mucho más entrar a fondo en
la naturaleza y dimensión de las causas que provocaron esos efectos morbígenos.
Nada se supera sin conocimiento
de la realidad que debemos trasformar. Tampoco nada de buena eternidad se
construye en soledad, sin la capacidad para generar potentes lazos fraternales,
amorosos, en búsqueda de construir la casa de la historia que nos cobije a
todos.
Digo otra vez lo que dije
memorando el reciente 24 de Marzo y el espanto social que provocara el
terrorismo de estado, frente hoy a estas formas autoritarias de gobierno, que
de otra manera y con otras legalidades siento que amenazan nuestro futuro, y
abren otra vez las heridas del dolor social.
Que la violencia de tanto poder
no ciegue nuestros ojos.
Ni el pavor de lo padecido
clausure la conciencia.
Que la voluntad de ternura jamás
nos abandone.
Y que la paz crezca en nuestros
cuerpos.
Cuando lo justo y necesario sea
el bien de todos.
Y reine la belleza que honrará la
vida