Este blog está dedicado a la difusión de conceptos de Psicología Social. La psicología social indaga la compleja relación que existe entre configuración y desarrollo de la subjetividad y el orden social e histórico, así como las mediaciones, procesos e instancias en que dicha relación se concreta. Abordamos al sujeto inmerso en sus relaciones cotidianas
lunes, 25 de junio de 2012
martes, 19 de junio de 2012
Salud mental-Discapacidad psicosocial: cuando el entorno discapacita
La
discapacidad psicosocial es la que enfrentan las personas con enfermedades
mentales debido a la discriminación y a las barreras de actitud que les impiden
participar de la vida activa de sus comunidades. Se estima que solamente en los
Estados Unidos el costo social de las enfermedades mentales no tratadas o mal
abordadas que han derivado en una discapacidad psicosocial supera los cien mil
millones de dólares anuales. Al acuñar este término, los especialistas acuerdan
en que la discapacidad es por sobre todo una cuestión de contexto que le
compete a todas las personas y que si esta responsabilidad no es asumida a
tiempo, el impacto de las consecuencias repercutiría en el conjunto de la
sociedad.
En estudios recientes se pudo determinar que el 25% de la población mundial sufre un problema de salud mental en alguna etapa de su vida. Esto puede ir desde la ansiedad transitoria post-traumática a condiciones como la depresión severa o la esquizofrenia. Las discapacidades derivadas de problemas de salud mental son llamadas discapacidades psicosociales, reflejando los desafíos que enfrentan estas personas, ya que suelen ser rechazadas por sus comunidades y se convierten en objeto de discriminación y abuso.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de 4 personas tendrá un trastorno mental o neurológico, por lo menos una vez en su vida, siendo aproximadamente 450 millones las personas en el mundo que ya padecen un trastorno mental o neurológico en la actualidad. A partir de las nuevas consideraciones en materia de salud mental, se sabe que una gran mayoría de estas personas portadoras de dolencias mentales están expuestas a preconceptos y a las barreras de actitud que les impiden participar de la vida activa de sus comunidades, retrasando o anulando sus procesos de reinserción social.
La discapacidad psicosocial puede tanto afectar a una persona con enfermedad mental cuya dolencia es generada por factores bioquímicos y genéticos como a personas que viven una crisis de angustia y debido a la mala atención primaria son estigmatizadas y derivadas a una institución psiquiátrica, muchas veces contra su voluntad. Por ende esta condición puede ser temporal o permanente y sus síntomas no están relacionados con la discapacidad intelectual. Mayoritariamente las personas con discapacidad psicosocial presentan una alteración bioquímica que afecta su forma de pensar, sus sentimientos, su humor, su habilidad de relacionarse con otros y su comportamiento, como sucede en el caso de la depresión severa, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo/compulsivo, el trastorno esquizo/afectivo y las drogadependencias, entre otras dolencias. Uno de los aspectos más preocupantes que acarrea la discapacidad es el alto grado de discriminación que se ejerce sobre las personas que la padecen, ya que esta barrera impuesta por la sociedad, no sólo repercute en la persona afectada sino que daña a su familia y a su círculo personal, disminuyendo la capacidad productiva, dañando la calidad de vida, aumentando la pobreza y la exposición a la violencia.
Distintos estudios llevados a cabo, como la presentación sobre discapacidad psicosocial realizada por el Conadis (Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad) de México, aseguran que estas barreras suelen levantarse sobre todo contra las personas más pobres y marginadas, estando con frecuencia expuestas a violaciones de sus derechos humanos.En nuestro país, el INADI (Instituto Contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia) realizó a comienzos de año una importante jornada donde se debatió acerca de este tema y se reflexionó sobre la urgencia de cuestionar y modificar el modelo de atención en salud mental, para que ya no existan los llamados “pacientes sociales”, quienes han recibido su alta médica pero a los que la sociedad rechaza y les niega sus derechos. Características y grupos de riesgo.
A partir de los sucesivos cambios de paradigma que se han ido generando a lo largo de los últimos años sobre el concepto de discapacidad, sabemos claramente que la discapacidad ha dejado de ser una característica propia del sujeto, para pasar a ser un diálogo dinámico entre sus potencialidades en relación con las exigencias y las posibilidades que el medio le ofrece. Allí es donde la sociedad y sus diferentes instituciones deberán promover las alternativas necesarias y generar los espacios adecuados para la capacitación, el autovalimiento y la inclusión de las personas con discapacidad. Lamentablemente este ideal no siempre se alcanza y son las personas con discapacidades mentales y psicosociales quienes especialmente se encuentran entre los grupos más marginados de los países en desarrollo. A pesar de que los actores del desarrollo se han comprometido a centrar su trabajo en los sectores más vulnerables de una comunidad, muchos programas siguen haciendo caso omiso y excluyéndolos de sus iniciativas.
Estas condiciones estigmatizantes son responsables de gran parte de la mortalidad y la discapacidad a la que se ven expuestos los grupos vulnerables, representan el 8,8% y el 16,6% de la carga total de enfermedad en países de bajos y medianos ingresos, respectivamente. El año pasado, el Sr. Sha Zukang, Subsecretario General de ONU, manifestó que urge “romper las barreras que siguen excluyendo a las personas con discapacidades mentales o psicosociales, con el fin de que tengan acceso a mejores oportunidades y no sólo para beneficiarse de los frutos del desarrollo, sino que también deben participar en el diseño de políticas y programas relacionados con el desarrollo”. Según lo establecido por los especialistas, existe una variedad de dolencias mentales que son más susceptibles de devenir en una discapacidad psicosocial temporal o permanente. Entre las más proclives podemos encontrar: depresión mayor, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad, trastorno de pánico, estrés post-traumático, trastorno límite de la personalidad, esquizofrenia, trastorno esquizo/afectivo, trastorno dual (cuando las dolencias antes mencionadas se entrelazan con una adicción) y la epilepsia.
Los efectos de la discapacidad psicosocial pueden ser graves y el impacto en la calidad de vida con frecuencia es subestimado tanto por las personas afectadas como por sus cuidadores. Entre los principales signos de alarma pueden manifestarse:- Retraimiento.- Sentimientos de abandono.- Refugio en la fantasía.- Expectación, miedo y angustia.- Dormir demasiado o insomnio.- Desarrollo de compulsiones, como la comida.- Hiperactividad. - Apatía.- Asilamiento.- Pérdida de amistades. - Falta de motivación.- Caída del rendimiento escolar o laboral.- Pensamientos de muerte.- Cambios radicales en la personalidad.- Malestares estomacales, de cabeza o inespecíficos frecuentes sin razón médica. Además de estas características, la psicosis puede ser otro fantasma que atormente a la persona afectada, sobre todo cuando comienza a alejarse de la realidad y su personalidad se ve afectada drásticamente.
Es común en estos casos que los pensamientos se tornen irreales y surjan alucinaciones que limiten seriamente su capacidad de razonar, pensar, formular ideas, de recordar o concentrarse. Profundizando en el estrecho vínculo que puede formarse entre las dolencias de base y la discapacidad psicosocial, el investigador norteamericano de la Universidad de California (Escuela de Medicina) Lewis L. Judd encabezó un estudio a largo plazo para proporcionar información detallada sobre la discapacidad psicosocial en relación a la condición de los síntomas del trastorno bipolar. Lewis y su equipo analizaron los datos de 158 pacientes con trastorno bipolar I y 133 pacientes con trastorno bipolar II, que fueron seguidos durante un promedio de 15 años en el National Institute of Mental Health Collaborative Depression Study. A partir del estudio minucioso de los casos, los autores encontraron que la severidad de los síntomas y la discapacidad psicosocial fluctúan en interrelación durante el curso de la enfermedad. “El deterioro psicosocial aumenta significativamente con cada incremento en la severidad de los síntomas depresivos en el trastorno bipolar I y trastorno bipolar II y también pudimos establecer un vínculo con la mayoría de los incrementos en la severidad de los síntomas maníacos de trastorno bipolar I”, afirmaron. A partir de estudios como éste, la invitación a repensar estas dolencias de base desde nuevos paradigmas se vuelve una urgencia. Es por ello que los más representativos espacios de discusión en materia de salud mental y profesionales del área han comenzado a levantar la voz señalando la necesidad de crear nuevos modelos de atención e inclusión que puedan reparar los daños causados por el modelo imperante. Acciones impostergables Durante 2010, la OMS instó drásticamente a los programas de desarrollo a incluir a personas con discapacidades mentales y psicosociales y abordar definitivamente el estigma y el miedo que aísla a las personas con discapacidad psicosocial y obstruye la realización de sus derechos fundamentales. Por su parte, el Banco Mundial ya viene señalando desde hace años que en la población con problemas de salud mental las enfermedades se encuentran en estrecha asociación con los conflictos sociales, los desastres naturales, la rápida transición económica, la interrupción de las redes de seguridad social y la cohesión social y la incapacidad de los individuos para adaptarse y hacer frente a las nuevas circunstancias. En tal sentido, la salud mental ya no se ve sólo como un problema médico, sino como una cuestión de desarrollo. “Aunque está claro que las enfermedades mentales tendrán que ser atendidas principalmente a través del sistema de atención de la salud, con programas de prevención y tratamiento de los trastornos psicosociales, estos además requieren de intervenciones que están a nivel de la sociedad y fuera de la práctica clínica”, afirmó la entidad en un comunicado de 2007.Esta necesidad de replantear el concepto de salud mental como una situación en continua interacción con la sociedad ha llegado a todas las instituciones que la componen, y la escuela también comienza a considerar su responsabilidad al respecto.
En su reciente libro, “Un loco en la escuela, Retórica de la discapacidad mental y la vida académica”, la autora norteamericana Margaret Price asegura que la estructura académica de los colegios y universidades a menudo exacerba los problemas de los estudiantes con problemas de salud mental. ¿Cuáles serían entonces los mecanismos sociales que colaboran con el agravamiento de las dolencias mentales y entorpecen la realización social de las personas afectadas? Los especialistas aseguran que en la falta de reconocimiento de la auto-representación de las personas con discapacidad psicológica, en la falta de reconocimiento legal de sus derechos humanos y universales y en los efectos negativos de una tutela sin control que sustituye las propias decisiones del paciente, podemos encontrar los pilares principales que promueven la aparición de la discapacidad psicosocial. Por esas mismas razones la mayoría de las personas con enfermedad mental experimentan una gran mejoría si participan activamente en el plan de tratamiento integral que contemple su ser biológico, psicológico y social, y reciben apoyo para la construcción de su empoderamiento personal. Para el INADI, la “construcción de un nuevo paradigma en la atención de personas con discapacidad mental que busque salir del modelo de tutelaje y llegar a un sistema que considere a los pacientes como sujetos con plenos derechos, es incipiente y constituye una puja de poderes, culturales, reales y simbólicos”. Una vez más los prejuicios sociales y el estigma que se proyecta sobre las personas con enfermedades mentales aún dentro de las instituciones médicas y educativas son los mayores obstáculos para el tratamiento y la verdadera recuperación del paciente con dolencia mental. Algunas acciones propuestas por la OMS y otros organismos de derechos humanos para la superación de las barreras que fomentan la aparición de la discapacidad psicosocial son:- La sensibilización y concientización acerca de este fenómeno.- La lucha activa y la creación de observatorios contra las violaciones de los derechos humanos de los pacientes con dolencias psicológicas.- La facilitación de la plena participación social de estos pacientes.- La colaboración entre los servicios existentes para proveer intervenciones médicas, psicológicas y sociales.- El reconocimiento, la identificación, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación psicosocial en la comunidad para personas con epilepsia, depresión, psicosis y los trastornos antes mencionados. - La integración de las personas con discapacidad psicosocial en las actividades de sustento de vida. En cuanto al rol de las familias, es sumamente importante prestar colaboración para el empoderamiento de las personas con discapacidad psicosocial, apoyando sus iniciativas personales y brindando elementos de independencia. La participación en grupos de autoayuda, puede ser también un buen medio para aliviar los sentimientos de soledad y tristeza, apoyarse mutuamente y encontrar soluciones a los problemas y las angustias. Más allá de las terapias y el abordaje médico, el fortalecimiento de los vínculos interpersonales y el sentirse pleno en cuanto a la canalización de las potencialidades personales puede ser de gran ayuda para superar las distintas enfermedades y condiciones psicológicas. Así como socialmente alzamos las barreras que producen las diferentes etiquetas de marginación, olvido y discapacidad, fortaleciendo los tan dañados tejidos sociales y asumiendo la importancia de cada una de nuestras acciones desde los diferentes roles que ocupamos en nuestras comunidades, permitiendo, acompañando y promoviendo la realización plena de los sectores más vulnerados, también podemos acuñar los nuevos paradigmas y traer hacia nuestro presente los ideales que postergamos en el mañana.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de 4 personas tendrá un trastorno mental o neurológico, por lo menos una vez en su vida, siendo aproximadamente 450 millones las personas en el mundo que ya padecen un trastorno mental o neurológico en la actualidad. A partir de las nuevas consideraciones en materia de salud mental, se sabe que una gran mayoría de estas personas portadoras de dolencias mentales están expuestas a preconceptos y a las barreras de actitud que les impiden participar de la vida activa de sus comunidades, retrasando o anulando sus procesos de reinserción social.
La discapacidad psicosocial puede tanto afectar a una persona con enfermedad mental cuya dolencia es generada por factores bioquímicos y genéticos como a personas que viven una crisis de angustia y debido a la mala atención primaria son estigmatizadas y derivadas a una institución psiquiátrica, muchas veces contra su voluntad. Por ende esta condición puede ser temporal o permanente y sus síntomas no están relacionados con la discapacidad intelectual. Mayoritariamente las personas con discapacidad psicosocial presentan una alteración bioquímica que afecta su forma de pensar, sus sentimientos, su humor, su habilidad de relacionarse con otros y su comportamiento, como sucede en el caso de la depresión severa, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo/compulsivo, el trastorno esquizo/afectivo y las drogadependencias, entre otras dolencias. Uno de los aspectos más preocupantes que acarrea la discapacidad es el alto grado de discriminación que se ejerce sobre las personas que la padecen, ya que esta barrera impuesta por la sociedad, no sólo repercute en la persona afectada sino que daña a su familia y a su círculo personal, disminuyendo la capacidad productiva, dañando la calidad de vida, aumentando la pobreza y la exposición a la violencia.
Distintos estudios llevados a cabo, como la presentación sobre discapacidad psicosocial realizada por el Conadis (Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad) de México, aseguran que estas barreras suelen levantarse sobre todo contra las personas más pobres y marginadas, estando con frecuencia expuestas a violaciones de sus derechos humanos.En nuestro país, el INADI (Instituto Contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia) realizó a comienzos de año una importante jornada donde se debatió acerca de este tema y se reflexionó sobre la urgencia de cuestionar y modificar el modelo de atención en salud mental, para que ya no existan los llamados “pacientes sociales”, quienes han recibido su alta médica pero a los que la sociedad rechaza y les niega sus derechos. Características y grupos de riesgo.
A partir de los sucesivos cambios de paradigma que se han ido generando a lo largo de los últimos años sobre el concepto de discapacidad, sabemos claramente que la discapacidad ha dejado de ser una característica propia del sujeto, para pasar a ser un diálogo dinámico entre sus potencialidades en relación con las exigencias y las posibilidades que el medio le ofrece. Allí es donde la sociedad y sus diferentes instituciones deberán promover las alternativas necesarias y generar los espacios adecuados para la capacitación, el autovalimiento y la inclusión de las personas con discapacidad. Lamentablemente este ideal no siempre se alcanza y son las personas con discapacidades mentales y psicosociales quienes especialmente se encuentran entre los grupos más marginados de los países en desarrollo. A pesar de que los actores del desarrollo se han comprometido a centrar su trabajo en los sectores más vulnerables de una comunidad, muchos programas siguen haciendo caso omiso y excluyéndolos de sus iniciativas.
Estas condiciones estigmatizantes son responsables de gran parte de la mortalidad y la discapacidad a la que se ven expuestos los grupos vulnerables, representan el 8,8% y el 16,6% de la carga total de enfermedad en países de bajos y medianos ingresos, respectivamente. El año pasado, el Sr. Sha Zukang, Subsecretario General de ONU, manifestó que urge “romper las barreras que siguen excluyendo a las personas con discapacidades mentales o psicosociales, con el fin de que tengan acceso a mejores oportunidades y no sólo para beneficiarse de los frutos del desarrollo, sino que también deben participar en el diseño de políticas y programas relacionados con el desarrollo”. Según lo establecido por los especialistas, existe una variedad de dolencias mentales que son más susceptibles de devenir en una discapacidad psicosocial temporal o permanente. Entre las más proclives podemos encontrar: depresión mayor, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad, trastorno de pánico, estrés post-traumático, trastorno límite de la personalidad, esquizofrenia, trastorno esquizo/afectivo, trastorno dual (cuando las dolencias antes mencionadas se entrelazan con una adicción) y la epilepsia.
Los efectos de la discapacidad psicosocial pueden ser graves y el impacto en la calidad de vida con frecuencia es subestimado tanto por las personas afectadas como por sus cuidadores. Entre los principales signos de alarma pueden manifestarse:- Retraimiento.- Sentimientos de abandono.- Refugio en la fantasía.- Expectación, miedo y angustia.- Dormir demasiado o insomnio.- Desarrollo de compulsiones, como la comida.- Hiperactividad. - Apatía.- Asilamiento.- Pérdida de amistades. - Falta de motivación.- Caída del rendimiento escolar o laboral.- Pensamientos de muerte.- Cambios radicales en la personalidad.- Malestares estomacales, de cabeza o inespecíficos frecuentes sin razón médica. Además de estas características, la psicosis puede ser otro fantasma que atormente a la persona afectada, sobre todo cuando comienza a alejarse de la realidad y su personalidad se ve afectada drásticamente.
Es común en estos casos que los pensamientos se tornen irreales y surjan alucinaciones que limiten seriamente su capacidad de razonar, pensar, formular ideas, de recordar o concentrarse. Profundizando en el estrecho vínculo que puede formarse entre las dolencias de base y la discapacidad psicosocial, el investigador norteamericano de la Universidad de California (Escuela de Medicina) Lewis L. Judd encabezó un estudio a largo plazo para proporcionar información detallada sobre la discapacidad psicosocial en relación a la condición de los síntomas del trastorno bipolar. Lewis y su equipo analizaron los datos de 158 pacientes con trastorno bipolar I y 133 pacientes con trastorno bipolar II, que fueron seguidos durante un promedio de 15 años en el National Institute of Mental Health Collaborative Depression Study. A partir del estudio minucioso de los casos, los autores encontraron que la severidad de los síntomas y la discapacidad psicosocial fluctúan en interrelación durante el curso de la enfermedad. “El deterioro psicosocial aumenta significativamente con cada incremento en la severidad de los síntomas depresivos en el trastorno bipolar I y trastorno bipolar II y también pudimos establecer un vínculo con la mayoría de los incrementos en la severidad de los síntomas maníacos de trastorno bipolar I”, afirmaron. A partir de estudios como éste, la invitación a repensar estas dolencias de base desde nuevos paradigmas se vuelve una urgencia. Es por ello que los más representativos espacios de discusión en materia de salud mental y profesionales del área han comenzado a levantar la voz señalando la necesidad de crear nuevos modelos de atención e inclusión que puedan reparar los daños causados por el modelo imperante. Acciones impostergables Durante 2010, la OMS instó drásticamente a los programas de desarrollo a incluir a personas con discapacidades mentales y psicosociales y abordar definitivamente el estigma y el miedo que aísla a las personas con discapacidad psicosocial y obstruye la realización de sus derechos fundamentales. Por su parte, el Banco Mundial ya viene señalando desde hace años que en la población con problemas de salud mental las enfermedades se encuentran en estrecha asociación con los conflictos sociales, los desastres naturales, la rápida transición económica, la interrupción de las redes de seguridad social y la cohesión social y la incapacidad de los individuos para adaptarse y hacer frente a las nuevas circunstancias. En tal sentido, la salud mental ya no se ve sólo como un problema médico, sino como una cuestión de desarrollo. “Aunque está claro que las enfermedades mentales tendrán que ser atendidas principalmente a través del sistema de atención de la salud, con programas de prevención y tratamiento de los trastornos psicosociales, estos además requieren de intervenciones que están a nivel de la sociedad y fuera de la práctica clínica”, afirmó la entidad en un comunicado de 2007.Esta necesidad de replantear el concepto de salud mental como una situación en continua interacción con la sociedad ha llegado a todas las instituciones que la componen, y la escuela también comienza a considerar su responsabilidad al respecto.
En su reciente libro, “Un loco en la escuela, Retórica de la discapacidad mental y la vida académica”, la autora norteamericana Margaret Price asegura que la estructura académica de los colegios y universidades a menudo exacerba los problemas de los estudiantes con problemas de salud mental. ¿Cuáles serían entonces los mecanismos sociales que colaboran con el agravamiento de las dolencias mentales y entorpecen la realización social de las personas afectadas? Los especialistas aseguran que en la falta de reconocimiento de la auto-representación de las personas con discapacidad psicológica, en la falta de reconocimiento legal de sus derechos humanos y universales y en los efectos negativos de una tutela sin control que sustituye las propias decisiones del paciente, podemos encontrar los pilares principales que promueven la aparición de la discapacidad psicosocial. Por esas mismas razones la mayoría de las personas con enfermedad mental experimentan una gran mejoría si participan activamente en el plan de tratamiento integral que contemple su ser biológico, psicológico y social, y reciben apoyo para la construcción de su empoderamiento personal. Para el INADI, la “construcción de un nuevo paradigma en la atención de personas con discapacidad mental que busque salir del modelo de tutelaje y llegar a un sistema que considere a los pacientes como sujetos con plenos derechos, es incipiente y constituye una puja de poderes, culturales, reales y simbólicos”. Una vez más los prejuicios sociales y el estigma que se proyecta sobre las personas con enfermedades mentales aún dentro de las instituciones médicas y educativas son los mayores obstáculos para el tratamiento y la verdadera recuperación del paciente con dolencia mental. Algunas acciones propuestas por la OMS y otros organismos de derechos humanos para la superación de las barreras que fomentan la aparición de la discapacidad psicosocial son:- La sensibilización y concientización acerca de este fenómeno.- La lucha activa y la creación de observatorios contra las violaciones de los derechos humanos de los pacientes con dolencias psicológicas.- La facilitación de la plena participación social de estos pacientes.- La colaboración entre los servicios existentes para proveer intervenciones médicas, psicológicas y sociales.- El reconocimiento, la identificación, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación psicosocial en la comunidad para personas con epilepsia, depresión, psicosis y los trastornos antes mencionados. - La integración de las personas con discapacidad psicosocial en las actividades de sustento de vida. En cuanto al rol de las familias, es sumamente importante prestar colaboración para el empoderamiento de las personas con discapacidad psicosocial, apoyando sus iniciativas personales y brindando elementos de independencia. La participación en grupos de autoayuda, puede ser también un buen medio para aliviar los sentimientos de soledad y tristeza, apoyarse mutuamente y encontrar soluciones a los problemas y las angustias. Más allá de las terapias y el abordaje médico, el fortalecimiento de los vínculos interpersonales y el sentirse pleno en cuanto a la canalización de las potencialidades personales puede ser de gran ayuda para superar las distintas enfermedades y condiciones psicológicas. Así como socialmente alzamos las barreras que producen las diferentes etiquetas de marginación, olvido y discapacidad, fortaleciendo los tan dañados tejidos sociales y asumiendo la importancia de cada una de nuestras acciones desde los diferentes roles que ocupamos en nuestras comunidades, permitiendo, acompañando y promoviendo la realización plena de los sectores más vulnerados, también podemos acuñar los nuevos paradigmas y traer hacia nuestro presente los ideales que postergamos en el mañana.
Fuente : El Cisne- edición digital-19-6-12
jueves, 14 de junio de 2012
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL
Quien ha sufrido mucho-el grado de sufrimiento a que puede llegar un hombre basta casi para
determinar su puesto en la jerarquía- suele estar lleno de orgullo
intelectual y de hastío, se siente impregnado y como coloreado por una
certidumbre terrible, la de saber más acerca del sufrimiento, gracias a su
propia experiencia dolorosa, que los mas inteligentes y sabios, puesto que ha
explorado los mundos lejanos del terror en que vivió un tiempo “como en su
casa”. Esos mundos de los que otros no saben nada. Ese taciturno orgullo del
que sufre, ese orgullo del elegido por el conocimiento, del iniciado, casi de
la víctima del conocimiento, le obliga a adoptar toda clase de disfraces para
protegerse del contacto de manos indiscretas y compasivas y en general, de todo
lo que no le iguala en sufrimiento. El sufrimiento profundo hace de nosotros
aristócratas, aísla. Uno de sus disfraces más delicado es el epicureísmo y una
especie de alarde que toma el dolor a la ligera y se defiende contra toda
tristeza y contra toda profundidad. Hay hombres “joviales” que se sirven de su
jovialidad para que no se les conozca. Hay sabios que se sirven de la ciencia
para darse un aire de serenidad, porque el gusto por la ciencia hace suponer
que el hombre es superficial. Quieren inducirnos a esta falsa conclusión. Hay
espíritus libres y desvergonzados que intentan ocultar y negar que tienen el
corazón destrozado, orgullosos de llevar una herida incurable (el cinismo de
Hamlet, el caso de Galiani), y a veces la bufonería misma es la máscara de una
nefasta o segura certidumbre. De ello resulta que es una prueba de humanidad
muy delicada respetar la “máscara” y no ejercer a tontas y a locas nuestra
penetración psicológica y nuestra curiosidad.
Friedrich Nietzsche
Bibliografía: Mas allá del
bien y del mal. Novena parte -270-
Titulo original: Jenseits von Gut und Böse – traducción de
Carlos Vergara
Borges y yo
Borges y yo
(Micro-cuento)
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo
camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco
de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo
su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan
los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las
etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas
preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un
actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me
dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me
justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero
esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni
siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy
destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir
en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa
costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren
perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un
tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me
reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo
de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pase de las mitologías
del arrabal a los juegos con el tiempo y con el infinito, pero esos juegos son
de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo
lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.
Jorge Luis Borges
martes, 12 de junio de 2012
miércoles, 6 de junio de 2012
EJERCICIO PROFESIONAL DEL OPERADOR PSICOSOCIAL
CARTA ABIERTA ANTE LA PROXIMA REGULACION DEL EJERCICIO PROFESIONAL DEL OPERADOR PSICOSOCIAL O TITULO EQUIVALENTE DE LA PROVINCIA DE ENTRE RIOS.
NOS VEMOS EN LA NECESIDAD DE INFORAMAR Y ESCLARECER A LA COMUNIDAD TODA LOS SIGUIETNES PUNTOS:
En primer lugar, se equivoca el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Entre Ríos (COPER) y el colegio de Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Ríos (COASER) al sostener que la Psicología Social carece de fundamento académico. En esta afirmación el propio colegio se contradice, por cuanto por un lado la acusa de falta de fundamento y por la otra señala que es una de las ramas de la Psicología.
La Psicología Social es una disciplina que nace en la modernidad, cuando el desarrollo socio-histórico pone en primer plano en el análisis filosófico (Hegel, Marx, Comte, etc.) y científico (Durkheim, entre otros), las problemáticas de la historia, el hombre y la sociedad.
La Psicología Social es una disciplina que nace en la modernidad, cuando el desarrollo socio-histórico pone en primer plano en el análisis filosófico (Hegel, Marx, Comte, etc.) y científico (Durkheim, entre otros), las problemáticas de la historia, el hombre y la sociedad.
Los fundamentos académicos del Psicólogo Social, Operador en Psicología Social y otras modalidades, están dados por los aportes de Kurt Lewin, Wilhelm Wundt, Floyd Allport, Margaret Mead, Gustave Le Bon, Sigmund Freud, Melanie Klein, Robert Baron, Cornelius Castoriadis, Frederick Munné, David Whitaker, Vander Zanden, Jean Leon Beavois, Serge Moscovici, Stanley Milgram entre los extranjeros y entre los argentinos Enrique Pichon Riviere, José Bleger, Fernando Ulloa, Armando Bauleo, t, Ana Quiroga, Fernando Fabris, Josefina Racedo, en otros.
Definimos el campo de conocimiento de la Psicología social, como la indagación del nexo fundante entre el orden histórico-social y la subjetividad. Esto implica investigar las instituciones que expresan ese orden, las distintas formas de articulación entre los sujetos de esos procesos históricos (lo que incluye a las estructuras vinculares, grupales y organizacionales) y su relación con los procesos psíquicos.
En lo que respecta a la carencia de fundamento legal que afirman los Colegios de Psicólogos y Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Ríos , es errónea por cuanto el título tiene carácter oficial, para lo cual basta revisar las resoluciones y decretos.
En lo que respecta a la carencia de fundamento legal que afirman los Colegios de Psicólogos y Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Ríos , es errónea por cuanto el título tiene carácter oficial, para lo cual basta revisar las resoluciones y decretos.
Incluso el uso del término “Psicólogo Social” ha sido aceptado por la Justicia Argentina ya que en todos los casos en que el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires querelló por usurpación de títulos y honores a algún Psicólogo Social, el colegio perdió el juicio. Bastaría consultar el fallo de la suprema corte de justicia de la provincia de Buenos Aires con fecha 11-04-2012 donde dicen “NO HAY CHOQUE DE INCUMBENCIAS”” de ello se sigue que la concordancia denunciada en cuanto a las incumbencias profesionales no es tal sino que éstas difieren notoriamente en el nivel académico, ámbito del reconocimiento y validez del titulo académico que se traduce en un campo acotado y especifico de habilitación para ejercer la actividad de OPERADOR EN PSICOLGOGIA SOCIAL”.
Es cierto que los psicólogos pueden especializarse en Psicología Social, pero ello no los pone en mejores condiciones que los Operadores en Psicología Social para trabajar, pues un post grado está lejos de cumplir con los requerimientos formativos, tanto teóricos como prácticos. Con un breve repaso a todos los planes de estudio de universidades oficiales o privadas se verá que la Psicología Social apenas consta de tres o a lo sumo cuatro materias del ciclo de grado o de posgrado, mientras que un Operador en Psicología Social cursa no menos de dieciocho materias teóricas y prácticas que van desde psicoanálisis a la psicología social aplicada, pasando por la Teoría de la Construcción de la Subjetividad, Teoría de las Estructuras Vinculares, Teoría de la Conducta, Psicología de la Vida Cotidiana etc.
Que un Licenciado en Psicología haya estudiado materias de Psicología Social no lo convierte en un profesional apto para incursionar en ese medio, o, lo que es lo mismo, que un médico clínico sepa leer radiografías no lo convierte en radiólogo.
Que un Licenciado en Psicología haya estudiado materias de Psicología Social no lo convierte en un profesional apto para incursionar en ese medio, o, lo que es lo mismo, que un médico clínico sepa leer radiografías no lo convierte en radiólogo.
Respecto de la pretendida apropiación del campo de la salud mental solo par a Psicólogos excluyendo a otras profesiones como la del Operador en Psicología social, es como pretender una medicina sólo para médicos, con lo cual los radiólogos o los farmacéuticos o los enfermeros no podrían trabajar, decir “medicina sin médicos” u “obras civiles sin ingenieros” o “justicia sin abogados”, esta restringiendo la participación de otras disciplinas u otros puntos de vista a la vez de pretender usurpar un discurso único y una formación única. ¿Tienen las disciplinas vinculadas a la medicina, la arquitectura, o la justicia, entre muchos otros ejemplos, una formación carente sin fundamento teórico propio? ¿Alguien pude suponer que estas nobles profesiones carecen de fundamento?
El monopolio de los fenómenos psíquicos en la Argentina nunca fue campo exclusivo de la Psicología. En nuestro país, con el aporte crítico del Dr. Enrique Pichon Rivière, se funda una escuela que rompe con una concepción elitista de la ciencia y se plantea que la psicología social, es un instrumento de cambio y transformación social y que tiene que ser accesible a todo aquel que desee instrumentarse como psicólogo social. Apropiándose de conocimientos, método y herramientas interdisciplinarias propias, para operar y conceptualizar el trabajo de campo en procesos institucionales y vinculares y en generar cambios en esos procesos. Así puede abordar nuevos fenómenos que sufren los sujetos y sus vínculos, que pertenecen a lo social, como las problemáticas estructurales de la sociedad: generados por la pobreza, desocupación, desigualdad, marginalidad, etc., y su nexo con la subjetividad de las personas.
También los Colegio de Psicólogos y de Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Ríos atacan al Operador en Psicología Social aduciendo que pone en peligro la salud de la población por un diagnóstico desacertado o intervenciones mal realizadas. Este ataque demuestra un desconocimiento respecto del rol del Operador en Psicología Social dado que este, por su formación, no diagnostica ni realiza intervenciones psicológicas. Estas afirmaciones muestran que hablan desde el desconocimiento y el prejuicio.
Cabe aquí hacer una diferenciación tajante entre el Psicólogo y el Psicólogo Social. El Psicólogo – siguiendo lo establecido por el Diccionario de la Real Academia Española –es aquella persona dotada de especial penetración para el conocimiento del carácter y la intimidad
de las personas”. El Psicólogo Social no actúa ni sobre el carácter ni sobre la intimidad de las personas, habida cuenta de lo cual mal puede poner en peligro su salud con un diagnóstico
o con una intervención mal realizada.
Cabe aquí hacer una diferenciación tajante entre el Psicólogo y el Psicólogo Social. El Psicólogo – siguiendo lo establecido por el Diccionario de la Real Academia Española –es aquella persona dotada de especial penetración para el conocimiento del carácter y la intimidad
de las personas”. El Psicólogo Social no actúa ni sobre el carácter ni sobre la intimidad de las personas, habida cuenta de lo cual mal puede poner en peligro su salud con un diagnóstico
o con una intervención mal realizada.
También el Colegio de Psicólogos y de Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Rios aducen que para ejercer la psicología en la provincia es necesario tener un título de grado. Esta es una falacia porque la referida ley ya desde el artículo 1ro. habla del ejercicio de “la actividad profesional del Psicólogo” y no “de la Psicología” . Es decir, la ley centra su desarrollo en el título concreto de Licenciado en Psicología y Psicólogo y no en otros títulos. Por lo tanto es falso que con la promulgación de una ley que regule a los Operadores en Psicología Social y otros, se viole normativa alguna. Una ley es para Psicólogos y Licenciados en Psicología (ley 5336/73) y otra muy distinta para los Operadores en Psicología Social. Como ocurre con los colegios de ingenieros, de agrimensores o de arquitectos, todos coinciden en actividades como las obras civiles pero cada uno con su incumbencia. El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Entre Ríos engaña intencionalmente a la población al pretenderse “colegio de todas las prácticas de la psicología” adueñándose de la salud mental de la población de la Provincia de Entre Ríos.
El Colegio de Psicólogos y de Asistentes Sociales de la Provincia de Entre Ríos dice equivocadamente que sólo un psicólogo con título de grado y matriculado puede intervenir en instituciones, grupos y comunidades. Ello no es cierto, dado que si ello fuera así sería ilegal el ejercicio de la mediación, el arbitraje, la asistencia social, la capacitación, etc. El gran error de todo esto es considerar al Operador en Psicología Social como un psicólogo devaluado o como un profesional que pretende inmiscuirse en el ejercicio de la Psicología. Ello no es así, por el contrario el Operador tiene su área de trabajo, su metodología, su técnica específica y sus propias incumbencias, aprobadas y supervisadas en forma permanente bajo la normativa vigente de la Ley de Educación Nacional N° 26.206. En efecto, el Operador en Psicología Social trabaja en ámbitos y espacios donde, interactuando grupos de personas, pueden identificarse fenómenos psicosociales. Estos se dan en instituciones, en familias, en organizaciones, comunidades etc. promoviendo una participación activa frente a los problemas sociales que se suscitan, contribuyendo a la búsqueda de soluciones.
Nuestra práctica en tragedias como la AMIA, Lapa, Austral, Cromañon, inundaciones, luchas Ambientales en el largo período de altos índices de desocupación y varios motines carcelarios, mostraron la idoneidad, la profesionalidad, y el temple de los psicólogos sociales.
El trabajo del Psicólogo Social apunta al desarrollo del espacio grupal, dado que cuando se produce la interacción humana, cuando las personas participan de problemas sociales
comunes, la reflexión y la comunicación entre sus miembros trae aparejado el aprendizaje y éste trae también una nueva forma de adaptarse a la realidad, una forma activa.
Tal vez sea por eso que es una profesión tan cuestionada ¿a quién le sirve una sociedad sana, reflexiva, participativa, comprometida y hasta combativa de situaciones de injusticia, de opresión, y de alienación a los que nos tiene acostumbrados la actual sociedad de consumo?
El mundo es otro, nuestro país cambió, nuestra provincia sigue cambiando. Vivimos momentos de crisis muy profundos. Los problemas sociales que tenemos que abordar son tan complejos y graves, que requieren el aporte de todas las disciplinas que de una manera u otra, se preocupan por las consecuencias que ellos traen, particularmente en lo que se refieren a las resonancias psíquicas sobre las personas. Estamos convencidos que se impone por lo menos, un trabajo interdisciplinario para abordarlos.
En nuestros más de 30 años de prácticas psicosociales desde el IDEPER ( Instituto de Estudios Psicosociales de Entre Ríos) y más de 50 desde la Fundación de la Psicología Social en la Argentina hemos compartido nuestra labor y seguimos haciéndolo, con centenares de psicólogos, trabajadores sociales, consultores y otras especialidades, en escuelas, hospitales, entidades públicas y privadas.
Cada uno desde su lugar, desde su rol o función, contribuyó a resultados beneficiosos para los grupos de personas, las instituciones o las comunidades. Aprendimos todos. Porqué la formación de los psicólogos sociales en la Argentina es aún más antigua que la formación en psicología lo que indica que no es una simple especialización y por eso tiene que tener un lugar propio, en el mundo académico.
Por último, las actitudes asumidas por las comisiones Directivas del Colegio de Psicólogos y de Asistentes Aociales de la Provincia de Entre Rios violan abiertamente el artículo 14 de la Constitución Nacional, según el cual todos los habitantes tienen derecho a ejercer su industria lícita y a asociarse con fines útiles y pretende negar el derecho a trabajar de más de tres generaciones de Psicólogos Sociales que ya trabajan abiertamente y sin inconvenientes en nuestra y en otras provincias de nuestro país.
Esta conducta está tipificada por el artículo 1 de la ley anti discriminación Nº 23.592 que sanciona a quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional.
Tal norma considera como actos particularmente discriminatorios los que ustedes realizan por estar basados en opiniones políticas o gremiales.
comunes, la reflexión y la comunicación entre sus miembros trae aparejado el aprendizaje y éste trae también una nueva forma de adaptarse a la realidad, una forma activa.
Tal vez sea por eso que es una profesión tan cuestionada ¿a quién le sirve una sociedad sana, reflexiva, participativa, comprometida y hasta combativa de situaciones de injusticia, de opresión, y de alienación a los que nos tiene acostumbrados la actual sociedad de consumo?
El mundo es otro, nuestro país cambió, nuestra provincia sigue cambiando. Vivimos momentos de crisis muy profundos. Los problemas sociales que tenemos que abordar son tan complejos y graves, que requieren el aporte de todas las disciplinas que de una manera u otra, se preocupan por las consecuencias que ellos traen, particularmente en lo que se refieren a las resonancias psíquicas sobre las personas. Estamos convencidos que se impone por lo menos, un trabajo interdisciplinario para abordarlos.
En nuestros más de 30 años de prácticas psicosociales desde el IDEPER ( Instituto de Estudios Psicosociales de Entre Ríos) y más de 50 desde la Fundación de la Psicología Social en la Argentina hemos compartido nuestra labor y seguimos haciéndolo, con centenares de psicólogos, trabajadores sociales, consultores y otras especialidades, en escuelas, hospitales, entidades públicas y privadas.
Cada uno desde su lugar, desde su rol o función, contribuyó a resultados beneficiosos para los grupos de personas, las instituciones o las comunidades. Aprendimos todos. Porqué la formación de los psicólogos sociales en la Argentina es aún más antigua que la formación en psicología lo que indica que no es una simple especialización y por eso tiene que tener un lugar propio, en el mundo académico.
Por último, las actitudes asumidas por las comisiones Directivas del Colegio de Psicólogos y de Asistentes Aociales de la Provincia de Entre Rios violan abiertamente el artículo 14 de la Constitución Nacional, según el cual todos los habitantes tienen derecho a ejercer su industria lícita y a asociarse con fines útiles y pretende negar el derecho a trabajar de más de tres generaciones de Psicólogos Sociales que ya trabajan abiertamente y sin inconvenientes en nuestra y en otras provincias de nuestro país.
Esta conducta está tipificada por el artículo 1 de la ley anti discriminación Nº 23.592 que sanciona a quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional.
Tal norma considera como actos particularmente discriminatorios los que ustedes realizan por estar basados en opiniones políticas o gremiales.
Por todo lo expuesto solicitamos a los referidos Colegio de abstenerse de hacer circular informaciones falsas o interpretaciones carentes de sustento legal o fáctico, y por el contrario buscar generar un espacio de diálogo constructivo y no obstructivo, con el objetivo de aportar soluciones que redunden en beneficio de toda la comunidad.
Consejo Directivo I.D.E.P.E.R.
Operador Psicosocial y Secretaria
Clarisa Sobko
Operador Piscología Social y Presidenta
Susana Treidel
Trabajadores de la Psicología Social de Entre Ríos.
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