Por Héctor Pavón
Así pensaba Fernando Ulloa, el psicoanalista que murió
en 2008. Ahora se reeditan dos de sus libros.
Maestro. Ulloa, en 2001. En su trabajo, integraba la
problemática del paciente en el contexto./fernando de la orden.
24/07/12- Clarín
Pocas veces el diván tuvo un acercamiento tan profundo al entorno social
como el del consultorio de Fernando Ulloa. Creador de un estilo terapéutico
particular y efectivo, supo distinguirse en el mapa del psicoanálisis local por
su mirada integradora, que ubicaba la problemática del paciente dentro de una
imagen ampliada que incluía al contexto total y que él llamaba “cultura”. A
cuatro años de su muerte, se reeditan dos libros del psicoanalista que resultan
clave para acercarse a él y que, sin ser textos de divulgación, están pensados
para públicos amplios que atraviesan las murallas del psicoanálisis. “La salud
mental –definía–, ajustada a algunas circunstancias, es una producción
cultural ”.
Libros del Zorzal acaba de publicar Novela clínica psicoanalista.
Historia de una práctica y Salud ele-mental.
Con toda la mar detrás. Dos
libros que dejan ver el trabajo de Ulloa con nitidez. En Novela Clínica...,
Ulloa habla del oficio del psicoanalista y subraya la importancia que tuvo en
su vida la “Experiencia Rosario”. Esta actividad realizada a fines de los ‘50 y
organizada por Pichón-Rivière, tuvo como objetivo la realización de un
laboratorio social, de trabajo en comunidad, y la aplicación de una didáctica
interdisciplinaria. Fue un trabajo entre psicoanalistas, psicólogos y
trabajadores sociales.
Ulloa siguió buscando un camino de perfeccionamiento del psicoanálisis. Por
ejemplo, cuestionó los conceptos de “interpretación” y de “regresión
transferencial”, según el que un paciente recrea en sesión el temor a las
figuras de autoridad de la infancia.
En Salud ele-Mental Ulloa profundiza los beneficios del trabajo
interdisciplinario para el tratamiento de psicopatologías. Y es aquí donde
surge el intelectual y el hombre de acción que le dio a la tarea psicoanalítica
la posibilidad de actuar como un diagnosticador de la realidad social a partir
del paciente. Una aplicación para la sociedad basándose en la subjetividad
individual. De allí se desprende un pensamiento que lo va a caracterizar:
“tiene poder quien logra vencer los obstáculos personales que le impiden
quererse a sí mismo , un poder que no resulta opresivo ni para sí ni para
el otro”.
Ulloa fue seguidor de Enrique Pichon-Rivière, con quien trabajó en la
vinculación entre psicoanálisis y política, y de Marie Langer, quien fuera
discípula de Freud y una de las introductoras del pensamiento del psicoanálisis
en la Argentina. Era docente de la UBA en 1966 cuando se produjo La Noche de
los Bastones Largos. Con el golpe de 1976 se exilió en Brasil; al volver,
participó de la creación de la Facultad de Psicología en la UBA.
Desde antes de partir al exilio, Ulloa tenía como pacientes a personas que
habían sufrido la tortura. “La crueldad es el fracaso de la ternura” sostenía,
y agregaba: “La crueldad; también como la ternura, es una producción sociocultural
y antitética, ambas contemporáneas”.