jueves, 15 de enero de 2015

NEURO-MODA Y ESTRATEGIAS PSICOSOCIALES



Por  Ernesto Moya



     Todas las mañanas, casi tomando forma de rutina, con mate o café de por medio la mayoría de las personas necesitan informarse. Algunos encienden la tele, otros la radio, otros encienden la computadora y consultan los diarios “on line”, y finalmente otros a la vieja usanza, compran el diario en el kiosco de la esquina. Todos coinciden en lo mismo, el consumo de una misma mercancía, las noticias. Toda esa información los va a atravesar el resto del día. Esta realidad social va a estar de alguna manera recortada y determinada por los medios de comunicación. Entre títulos como “último momento”,“noticias de actualidad”, “lo que está pasando ahora” y otros, van delineando una realidad en la cual  estamos acríticamente sumergidos, naturalizando los hechos.

     Muchos periodistas moldean el relato de la realidad y hacen de ella una realidad de todos. Debemos recordar que estamos inmersos en un sistema de producción, por lo tanto el discurso social siempre va a ser funcional a éste, aunque también presupone una interpretación por parte del receptor. Para colmo, los sectores de poder  saben mucho de estas cosas y de cómo llegar a la franja de la población que les interesa.
      En estrategias psicosociales a estos métodos se los define como la forma de abordar al “público blanco”. Una de las formas es elegir una persona de reconocido prestigio y que tenga influencia sobre ese “público blanco”. Éste puede ser un actor, un periodista, un deportista o…un neurólogo, que se convierte en una pieza clave para trasmitir la información deseada, obviamente hay muchas formas de contar con la voluntad del mismo.

      La utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para crear o injertar ideas, deseos, miedos, dudas, mandatos o estimular determinados comportamientos. Grandes empresas crean revistas científicas lanzándolas a posiciones relevantes aunque de manera artificial, promueven a profesores e intelectuales a su servicio y dictan lo que ha de ser estudiado o investigado y hasta donde. Y aunque usted no lo crea, el falso conocimiento y la manipulación llegan a generar mucho dinero.
    El reconocido lingüista, Noam Chomsky, una de las voces más respetadas y consolidadas de la disidencia intelectual, durante la última década señala que el sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el que los individuos tienen y ejercen sobre sí mismos.

     Hoy el cerebro parece haberse convertido en el centro de explicación de todos los asuntos humanos. De pronto, es como si todo dependiera del cerebro y no fuéramos más que “un montón de neuronas”, decía Francis Crick en 1994, al presentar una hipótesis revolucionaria para el siglo XX, según la cual “Usted, sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre albedrío, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y moléculas asociadas”.
     La neurociencia cognitiva es una nueva tendencia que consiste sobre todo en “pasar” los temas de la psicología por la máquina de neuroimagen. Es muy interesante investigar el nexo entre neurociencia y psicología, pero  lo que hay que tener en cuenta es que lo que compete a la psicología es entender el funcionamiento psicológico, no lo que ocurre en el cerebro. La psicología tiene como objeto de estudio los procesos psíquicos o psicológicos, cómo funciona la mente, o si se prefiere la conducta, no de qué color se pone el cerebro cuando amamos.

     De cualquier modo, se  ha conseguido instalar el cerebro-centrismo en la cultura popular. El cerebro resulta hoy tan familiar, que pareciera que uno tuviese trato directo con él. Una gran cantidad de revistas, diarios y programas televisivos hablan del cerebro como un personaje más, relacionado directamente con la atracción sexual, la elección de pareja, la amistad, la meditación, la autoestima, la solidaridad, los duelos, etc. A pesar de que un neurólogo no es lo más indicado para hablar sobre cuestiones del amor, ese fenómeno social e históricamente determinado hoy pretende ser reducido  nada más que a pura química de neurotransmisores. El aspecto biológico es sólo una base mínima sobre la cual el amor se construye de formas muy contingentes  que siempre van a estar relacionadas con la economía, el poder, la geografía, etc.
       En estos tiempos el cerebro pareciera competir con Cristo, el Dalai Lama y Buda. De este modo, para algunos adoradores de la neurociencia, es casi una religión. Siguiendo esta línea y bajo el influjo de la neurociencia, la psiquiatría parece estar cumpliendo su viejo sueño de pensar los trastornos mentales como trastornos del cerebro.
Así, la necesidad humana de encontrar estructuras explicativas y manuales aclaratorios que taponen el agujero de la falta, sigue estando presente. Como resultado de todo esto, el foco  pasó del genoma al encéfalo. La neurociencia es el hoy, es la tendencia, mientras que la genética ya es cosa “de los noventa”, hoy los genes ya no son los responsables de todo, sino los circuitos neuronales.

      Por esta razón, se hace necesario tener un pensamiento crítico, de manera que uno no se deje seducir tan fácilmente por la súbita atribución al cerebro de todo lo que hacemos en nuestra vida, pero tampoco  estar al margen de la importancia de su conocimiento. Aunque estaría bueno preguntarnos ¿De qué manera la neurociencia está política y económicamente ligada a laboratorios, grandes compañías farmacéuticas, financistas, diseñadores de políticas, políticos, etc.? No olvidemos la tendencia de estos últimos años en la creación de "trastornos” o "enfermedades" diseñadas para fármacos concretos. Sabemos que se puede vender para las necesidades de los sujetos, pero es mejor crear más necesidades para vender más.

     Esta “neuro-moda” pareciera ser parte de una tendencia mundial impulsada por gobiernos y grandes capitales, que más allá de probados avances científicos, parte de intereses económicos y de control social. De este modo los ciudadanos estamos siendo en alguna medida continuamente influidos y controlados en nuestras vidas. En el año 2013, la UE destinó un billón de euros para el “proyecto cerebro humano”, y Obama destinó tres billones de dólares para el proyecto BRAIN (cerebro en inglés).Es una especie de "carrera armamentista de la neurociencia", señala el diario estudiantil la universidad canadiense de Toronto, ‘The Varsity’. “Los centros de investigación de todo el mundo están tratando de descubrir los secretos de nuestro órgano más complejo en lo que actualmente se considera la “segunda década del cerebro'”, ya que la  primera, fue impulsada por la administración Bush, fue entre 1990 y 1999.

En la actualidad el cerebro viene a ser algo así como un retrato de la individualidad y el fin de la interioridad. De este modo el viaje por el “mundo interno” del que tanto nos habló y enseñó el Dr. Enrique Pichón Rivière acabaría en la terminal del cerebro. Freud en su momento salió desilusionado de la neurología, y Lacan era psiquiatra, no encontraron manera de hallar una respuesta. Pero esta nueva ideología cerebral viene a traernos la explicación y la solución a nuestros problemas, desde la “salud mental” a la búsqueda de la felicidad, son cuestiones del cerebro dicen (entrenamiento neuronal, psicofarmacología, etc.). Es como si el cerebro hubiera evolucionado para encajar afinadamente con el capitalismo existente. Como si con el capitalismo se diera, de una vez por todas, la conciliación entre el cerebro y la organización del mundo. Entonces,  uno de los primeros objetivos ¿podría ser quitarle valor a lo social y cultural para convencernos de que somos “máquinas individuales”?

      En nuestro país, después de saltar a las primeras planas a partir de “dirigir” el equipo que operó a Cristina Kirchner de un hematoma subdural el año pasado el neurólogo y dirigente radical Facundo Manes encuentra su legitimidad no en el mundo del deporte o en el espectáculo, sino en la ciencia, en la neurología y las “neurociencias”. Participa de instituciones neurocientíficas mundiales, preside la Fundación Favaloro y es columnista asiduo en Clarín, La Nación y Noticias. También participó como invitado de la señora Mirtha Legrand en su primer programa realizado en Mar del Plata este domingo 11 de enero. Recordemos que la señora Mirtha recibió el año pasado el premio "Cerebro saludable" que otorga la Fundación INECO. "Las neurociencias están enfocadas en proteger las neuronas intactas antes de tener que reparar las dañadas. Le entregamos el premio a Mirtha porque ella representa un cerebro que funciona muy bien", destacó hace poco menos de un año el médico Facundo Manes.
       Este prestigioso neurólogo tiene mucha razón sobre la importancia del cerebro, nadie lo niega, pero lo que evidentemente excluye, es que los afectos en el mundo de lo humano tienen una sola vía tiene para acceder, que es lo psíquico. Y lo psíquico depende de lo social, la única vía es la palabra, la palabra depende del lenguaje y el lenguaje es lo social. Este proceso, es el proceso de  socialización, que significa entrar al mundo de lo humano. Pero al incorporarse a ese mundo, lo humano entra en nosotros, nos atraviesa y nos determina. Ahí está la función del cerebro, este proceso entra en él y lo prepara  para que sirva para esto. El cerebro es el soporte  de la relación, creer que la causa está en el cerebro de lo que pasa en el mundo psíquico y social es ver con los anteojos del neurólogo. Desde un punto de vista psicosocial se podría decir que lo que sale del cerebro es porque antes entró. Y si entró quiere decir que la causa que sale por el cerebro, no está en el cerebro.

     Por último, sabemos que la plasticidad cerebral permite entender los efectos de las condiciones de vida en el cerebro, entonces si uno vive de forma duradera en condiciones opresivas, estresantes, sin esperanza o provocadoras de ansiedad, como dice J. K. Gergen, es enteramente posible que las conexiones corticales estén alteradas. En términos de causa y remedio, continúa Gergen, mejor sería centrarse en los orígenes culturales que en los mecanismos cerebrales.  Si las condiciones culturales han producido las alteraciones corticales, entonces cambiar las condiciones de la vida de la persona parecería más beneficioso que la “sedación farmacológica”.


                                                                                                        Ernesto Moya
                                                                                          Psicólogo Social- Consultor Psicológico                                                 


Referencias:
J. K. Gergen - The accultura ted brain. Theory & Psychology 2010
Aceprensa - La búsqueda científica del alma., 156/94  Universidad de Navarra.
Revista Latinoamericana de Psicología-http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php
Lic. Rodolfo Fuertes - Estrategia Psicosocial –- Ed. Centro FICCH 2005. (Centro de Formación e Investigaciones en ciencias del Comportamiento Humano)