A pesar de que hoy en día es una
de las celebraciones más consumistas y que más beneficios generan a muchos
comercios, el Día de San Valentín en sus orígenes no fue inventado por grandes
marcas pero sí fue hábilmente aprovechada por empresarios para sacar ventaja de
ésta fecha tan famosa.
Ni amor, ni angelitos culones capaces de volar
y tirar flechas, el origen del Día de
San Valentín, como sinónimo del día de los enamorados empezó a celebrarse concretamente en el año 494 d.C, siendo
auspiciado por el papa Gelasio I, quien tomó la medida de celebrar una
festividad católica el 14 de febrero, con el fin de anular y prohibir la fiesta
pagana de las “Lupercales”, un festival de depravación y sexo salvaje que se celebraba desde la Antigua Roma cada 15
de febrero en honor a Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños y como
homenaje a la loba que amamantó a los
gemelos Rómulo y Remo (destinados a fundar Roma según las antiguas leyendas).
Estas fiestas tenían varios objetivos,
entre ellos, lograr que los jóvenes se iniciaran en la sexualidad y perdieran
el miedo a mantener relaciones entre sí. Los hombres, propiciaban latigazos a
las mujeres con las pieles de los animales recién sacrificados. “Los románticos
romanos estaban alcoholizados y desnudos durante esta fiesta”, afirma el
historiador Noel Lenski, de la Universidad de Colorado. Por su parte, las mujeres
se alineaban en filas esperando a recibir latigazos en sus cuerpos también
desnudos. Lo hacían con la creencia de que esto ayudaría en el parto a las
embarazadas y facilitaría el embarazo a las estériles. Según Alban Butler, en
sus Vidas de los principales santos (1756–1759), indica que los jóvenes
extraían los nombres de las mujeres de un tarro y las parejas estaban
destinadas a copular mientras duraran las festividades.
No se tenía muy claro quién era
este santo, que venía a suplir esa fiesta pagana, pero alrededor de él se
crearon infinidad de leyendas (la mayoría desmentidas con el transcurso de los
siglos) que indicaban que Valentín había sido bondadoso médico romano que
decidió hacerse cristiano y ordenarse como sacerdote, y como tal ofició un buen
número de bodas entre jóvenes enamorados. El problema residía en que en aquella
época (año 270 d.C) los soldados no podían contraer matrimonio, pero muchos
fueron los que quisieron hacerlo para unirse a sus amadas. Según explica la
leyenda, el emperador romano Claudio II se enteró de lo que estaba realizando
Valentín y ordeno ejecutarlo, convirtiéndose el religioso en un mártir y
referente de todos los enamorados.
Ésta es la historia que difundió
la Iglesia Católica para justificar el hecho de instaurar, a partir del año 494
D.C, la celebración del Día de los enamorados en la festividad de San Valentín.
De éste modo, la comercialización
del Día de San Valentín como fecha del Día de los Enamorados ya está totalmente
instaurada en la sociedad de consumo. El primer registro que existe sobre la
comercialización de esta fecha es el que señala a la norteamericana Esther A.
Howland como la precursora de la venta de tarjetas regalo con motivos
románticos y dibujos de enamorados que ideó y realizó a mediados de la década
de 1840, vendiéndolas por unos centavos en la librería que regentaba su padre
en Worcester (Massachusetts) y las cuales se convirtieron en todo un éxito.
Así como otras festividades de
este mundo, el Día de San Valentín es otro intento de “encubrir” las costumbres
pervertidas y las observancias de los dioses paganos y los ídolos para
“cristianizarlos”.
Un diario británico también
recuerda que a mediados del siglo XVIII se popularizó en Inglaterra el
intercambio de cartas de San Valentín. Algo que para el siglo XIX, junto a la
revolución industrial y ya en Estados Unidos, se masificó gracias a la
aparición de fábricas dedicadas a producir tarjetas y postales de amor.
Hoy la propia Iglesia Católica
pone en duda la existencia de San Valentín, y desde 1969 no celebra dicha
festividad. desde el principio albergó dudas sobre la veracidad histórica de
los hechos de San Valentín, de tal manera que incluso Gelasio I afirmaba que
San Valentín era uno de aquellos santos cuyos nombres son venerados por los
hombres, pero cuyos actos solo Dios conoce, expresando su falta de pruebas
históricas sobre este mártir.
En Argentina, ya desde hace unos
años, en los comercios se pueden ver carteles que extienden el día de los
enamorados a “el mes de los enamorados”. Supongo que se debe a la difícil
situación económica por la que atraviesa el país. O quizá para que algún
olvidadizo/a tenga más tiempo para comprar el regalito a su amada/o.
Ernesto Moya
Psicologo social